Fecha de estreno es Estados Unidos:
25 de marzo de 2011
Fecha de estreno es España:
25 de marzo de 2011
Género: Acción, Fantasía
País: Estados Unidos
Año: 2011
Duración: 109 mins

Dirección – Zack Snyder, Guión – Zack Snyder y Steve Shibuya, Producción – Deborah Snyder y Zack Snyder, Fotografía – Larry Fong, Montaje – William Hoy, Música – Tyler Bates y Marius DeVries

Reparto: Emily Browning (Babydoll), Abbie Cornish (Sweet Pea), Jena Malone (Rocket), Vanessa Hudgens (Blondie), Jamie Chung (Amber), Carla Gugino (Dra. Vera Gorski), Jon Hamm (Gran Apostador/doctor), Scott Glenn (Hombre Sabio), Oscar Isaac (Blue Jones)

¿Hay vida detrás del bosque?

INTRODUCCIÓN.

A través de sus tráileres y diferentes videos promocionales, Sucker Puch se presentaba como un título ambicioso, con el que su director Zach Snyder buscaba refrendar la etiqueta de director visionario que se le había adjudicado tras el éxito de sus primeros trabajos como director, pero que tras la fría recepción de sus últimas películas había quedado en entredicho. Por primera vez el realizador se alejaba de materiales ajenos para apostar por una propuesta basada en un argumento propio (desarrollando el guión a cuatro manos, junto con Steve Shibuya).

DEL VISIONARIO DIRECTOR ZACK SNYDER

Hasta la fecha, Snyder había demostrado ser un buen mimetizador de estéticas y estilos narrativos. Esto es especialmente evidente en sus dos adaptaciones del mundo del comic. Si bien con su Opera Prima, El Amanecer de los Muertos, supo fagocitar los componentes de la cinta original de George Romero a favor de una renovación de la temática zombie (recordemos que esta película junto con 28 Días Después de Danny Boyle son las principales responsables de la fiebre por los muertos vivientes que se vive actualmente en el género fantástico a todos los niveles), 300 se basó sobre todo en dar movimientos a las imponentes ilustraciones de la obra de Frank Miller. La aplicación del CGI para ofrecer una mayor fidelidad a la estética de la novela gráfica (algo que ya había hecho Robert Rodríguez, también en alianza con Frank Miller, pero con resultados menos logrados, en Sin City) y de un montaje postmoderno (con alternancia de planos rápidos y entrecortados con el uso del ralentí) elevaron, prematuramente, la fama y la reputación de Snyder a niveles de innovador del lenguaje cinematográfico.

Afianzado por el éxito de 300, el cineasta se lanzó a lo imposible con la adaptación de Watchmen, intentando triunfar allí donde habían fracasado otros autores como Terry Guilliam, Paul Greengrass o Darren Aronofsky. Una vez más Snyder se esforzó en mantener una continuidad no sólo argumental, sino también estética con la obra original, hasta el punto de que el ilustrador de la novela gráfica, Dave Gibbons, estuvo involucrado en la realización de la película (de Alan Moore es conocido su total rechazo por cualquier adaptación de sus obras al cine y ésta no es una excepción). Watchmen era una causa perdida de antemano y pese a los esfuerzos de Snyder, la cinta recibió disparos desde todos los flancos. Un sector la acusó de ser demasiado dependiente del comic original, interesándose más en imitar la composición de las viñetas que de contar una historia; otros la acusaron de todo lo contrario, dándole a la imagen un tono irreal (debido sobre todo al abuso de CGI y los ralentíes que habían sido parte de la receta del éxito de 300) que traicionaba la estética sucia y realista de la novela gráfica, al mismo tiempo que los cambios en el argumento, sobre todo en la resolución final,  no resultaban satisfactorios.

Finalmente, la adaptación de la novela de Kathryn Lasky Guardianes de Ga’hoole supuso un nuevo traspié en la carrera del director. Sin el reclamo de tener detrás una obra de la fama o el prestigio de las dos novelas gráficas anteriores, la cinta, pese a sus virtudes, a penas llamó la atención en las carteleras de todo el mundo. Ni siquiera el empleo del formato 3D o el carácter infantil y juvenil de la historia ayudó a impulsar la carrera comercial de la cinta. Llegados a este punto, el director decidió que había llegado el momento de sacar adelante un proyecto puramente personal, donde sacar punta a todas sus inquietudes visuales sin las cortapisas de mantener la fidelidad a una obra preexistente.

¿MATERIAL ORIGINAL?

En Sucker Punch, Snyder nos presenta tres niveles alternativos de realidad, cada uno insertado dentro del otro, a modo de Matrioska rusa. Pese a adentrarse en el mundo del subconsciente, estos tres niveles resultan estilizados y ficticios por igual, diferenciándose básicamente en el universo conceptual que cada una toma como referente. El primer nivel (la aparente realidad) nace del mundo de la literatura pulp, con una estética violenta y bizarra que va desde el maltrato infantil hasta los ambientes sórdidos de un manicomio de opereta. No se trata del realismo crudo de Alguien voló sobre el Nido del Cuco, sino de un entorno cartoonesco sucio, hostil y depravado, donde el destino de la protagonista viene sentenciado por su padrastro y el corrupto jefe de los celadores. De ahí se salta a un estrato interior, donde las pautas las marca la novela negra y el comic detectivesco de los años 30, con oscuros ambientes de crimen y prostitución. En este punto, el conjunto de protagonistas tienen como único método de supervivencia la explotación erótica y la sumisión sexual. El tercer nivel alterna fantasía steampunk con imaginería bélica de ambientación en la Segunda Guerra Mundial. Aquí la disposición de cada una de ellas cambia, transformándose en duras guerreras capaces de enfrentarse a hordas de orcos con fiereza y empelando todo tipo de armamento bélico, pero sin perder una estética de cargada sexualidad.

Dado el amplio bagaje iconográfico que maneja Zack Snyder en la película, cabe preguntarse cuánto de original tiene la película. Desde un primer momento la cinta deja claro que la apuesta del director va hacia el campo audiovisual, quedando el apartado literario más como mera excusa que como motor de la película. El problema es que el hilo argumental es tan débil y simple que rápidamente el espectador tiene la sensación de estar viendo un conjunto de escenarios visualmente atrayentes, pero gratuitos y carentes de justificación. Cada bloque de acción desbordante que nos presenta el director no conduce a ningún sitio, salvo a la escenificación de este collage de referentes que van desde el comic y la literatura de fantasía, hasta el mundo de los videojuegos y los videos musicales.

Sobre el reparto

El apartado interpretativo, al igual que el guion, no va más allá del adorno estético, del guiño cómplice a todo un universo conceptual preconcebido. Desde el momento en que Snyder le da más importancia a la iconografía de cada una de las protagonistas que al desarrollo de estos personajes, el conjunto de heroínas pasa a convertirse en meros floreros. Sólo Abbie Cornish como Sweet Pea, consigue darle algo de empaque a su personaje, además de ser la más verosímil en las escenas de acción. El resto no parecen ser más de lo que aparentemente son, un conjunto de chicas monas, vestidas para la ocasión, fingiendo (sin demasiada fortuna) ser aguerridas luchadoras, pero sin perder la postura o el peinado. En cuanto al resto, destaca el trabajo de Oscar Isaac y Carla Gugino por ser capaces de aparentar que hay más trasfondo en sus personajes del que Snyder se permite incluir en el guion, pero resulta triste ver a un actor de la talla, la presencia y la veteranía de Scott Glenn pelearse con un papel tan inane y carente de entidad.

En el fondo, pese a no contar con una obra previa sobre la que sustentarse, tal vez lo más correcto sería decir que Sucker Punch es la obra más dependiente de material ajeno que ha realizado el cineasta hasta la fecha, ya que todos y cada uno de los elementos que componen visualmente este crisol nace de unas referencias que el espectador tiene que manejar para nutrir de alguna manera la ya anémica estructura argumental.

CINE GENERACIÓN PS3

Zack Snyder considera “Sucker Puch” su primera película puramente de acción y, en este sentido, hay que reconocer que ésta rebosa por todas partes, aunque sin resultar especialmente violenta (resulta curioso como Snyder ha llevado a cabo una cinta de acción con una importante carga erótica, sin mostrar sangre ni más centímetros de piel que los permitidos para una audiencia juvenil). El film está concebido, en cierta forma y sobre todo en lo que concierne al tercer nivel de realidad, como un videojuego, donde las protagonistas deben cumplir una serie de fases, plagadas de enemigos y coronadas con un enemigo cada vez más poderoso que custodia el elemento que deben conseguir para pasar al siguiente nivel de la aventura. Aquí es donde más se puede apreciar el sector del público al que va dirigida la película, un tipo de espectador acostumbrado al tipo de acción presente en las consolas de última generación.  Desgraciadamente, si bien la acción resulta constante a lo largo de la cinta, la acumulación de enemigos en pantalla y el montaje rápido y entrecortado (con los consabidos ralentís marca de la casa) acaban generando un efecto de saturación en el espectador, con el riesgo añadido de que deje de prestar atención. La sensación que deja no es la de estar inmerso en un videojuego (que es el propósito de Snyder), sino de estar sentado detrás del jugador, viendo cómo va superando los distintos obstáculos.

Hay que alabar todo el proceso de dirección artística de la película porque de ahí surgen algunas de sus imágenes más poderosas, como los gigantescos samuráis de la primera incursión o el dragón del enfrentamiento con los orcos, sin embargo, no a todas las innumerables creaciones conceptuales de la película se le llega a sacar partido, cayendo a veces el esfuerzo del equipo artístico en saco roto. Esto se debe a que el apartado de efectos especiales de la película resulta irregular, ya que si bien hay momentos realmente notables en cuanto a creación de imágenes infográficas, estos quedan lastrados por otros más chapuceros y poco elaborados.

Apartado musical

Además de la dirección artística, del conjunto sólo podemos destacar el apartado musical. Como realizador formado en el mundo del videoclip, queda evidente la habilidad de Snyder para conjugar las canciones seleccionadas con la imagen, sobre todo en la parte inicial de la película donde se presenta al personaje de Baby Doll y sus circunstancias acompañada por el tema “Sweet Dreams” versionado para la ocasión. Concebida casi como un video musical, en la cinta impera la sensación de que el montaje ha estado determinado por la música y no por las necesidades narrativas de la historia. Esto, que podría ser un handicap para cualquier otra película, aquí, ante la lastimosa ausencia de un guion en condiciones, acaba convirtiéndose en la balsa de salvación de cada set piece, en el armazón sobre el que poder construir la acción de cada secuencia.

CONCLUSIÓN

En conclusión, Sucker Punch nos ha resultado una apuesta desperdiciada y con diferencia la peor película hasta la fecha de su director. Esperamos que con su nuevo proyecto, el regreso a la gran pantalla de Superman, Snyder pueda reencaminar su filmografía y trate al Hombre de Acero como se merece.