El Camino de la Cabra III ?La oscura senda de la venganza?

[Korvec]

Aunque aun no tenía previsto empezar con la tercera parte, como esta mañana he tenido una hora libre, como soy un pesao y como veo que aunque parezca mentira, aun hay quien se lee esto, he decidio empezar aquí y ahora con la tercera parte. Utilizaré en esta ocasión un tamaño de letra mas grande para que la lectura sea mas cómoda, ya que en principio, los capítulos serán algo mas largos y puede hacerse pesada la lectura de semejantes ladrillos.



El Camino de la Cabra


3ª Parte : ?La oscura senda de la venganza?

Prólogo


Han transcurrido ya casi un mes, desde que salí de Disneylandia, dejando amigos y esperanzas a mis espaldas.

El mundo ha cambiado bastante durante este corto periodo de tiempo. La influencia de ?el culto? se ha extendido por el resto del mundo y algunos países como Estados Unidos, han optado por utilizar armas nucleares en un intento de limpiar sus zonas de influencia, pero con ello sólo consiguieron empeorar las cosas, por lo que por el momento, dudo que el resto de países con capacidad nuclear, siga su ejemplo a corto plazo. En este periodo de tiempo, se calcula que ha muerto aproximadamente el cuarenta por ciento de la población mundial de una forma u de otra :infección, asesinato, ejecutado, suicidio... curiosamente y en contra de las previsiones de los filmes de muertos vivientes, la mayor parte de las muertes, no han sido obra de infectados y cadáveres ambulantes sino de los propios seres humanos. Los cultistas con sus actos de terrorismo, han llegado incluso a diezmar ciudades enteras, pero las ciudades que aun resisten, no se quedan atrás con sus purgas. El perpetuo estado de paranoia que se vive en ellas, unido a la escasez de recursos básicos, ha transformado a las ciudades en algo mas parecido a fortificados manicomios, donde las fuerzas de seguridad intentan mantener el orden con mano de hierro. La cosa, no mejora ni un ápice en las zonas bajo el control de ?el culto? aunque ellos no padecen escasez de alimentos, sus asentamientos se parecen a lo que podría ser una comunidad Amish, regentada por inquisidores dementes y caníbales.

Luego está la ?tierra de nadie?, unas zonas conocidas como ?tierras muertas? zonas que no se encuentran bajo la influencia de ninguno de los dos bandos, aunque ambos hacen incursiones en ella de vez en cuando. Entre los supervivientes que he encontrado en ellas, abundan los desesperados, los desertores, los saqueadores y en general, gente con la que es mejor no topar si uno no busca problemas. Aunque después de todo, ¿qué es la vida sino una sucesión de problemas?.

Capítulo I

?Adoro las drogas y el alcohol, pero odio a los drogadictos y a los borrachos?

-- Joaquin Sabina?


Antes solía decirse, que lo peor de Francia, es que está lleno de franceses. Al observar la enorme ciudad que se alza a menos de medio quilómetro ante mi, veo que está atestada de muertos vivientes.

?Bueno pero son muertos vivientes franceses?.

Supongo que así es. En cualquier caso, lo bueno del asunto, es que eso significa que no ha sido saqueada. Los militares la abrían arrasado, los cultistas se hubieran llevado a los muertos vivientes, para engrosar sus hordas y dudo mucho, que ningún saqueador tenga tan pocas luces o esté tan desesperado, como para intentar entrar ahí.

?Ese colgante vale su peso en diamantes?.

Mucho mas que eso. Actualmente, el oro y las joyas no sirven ni para limpiarse el culo. En la nueva sociedad que está emergiendo, puedes conseguir que te la chupen por una lata de comida para perros, pero el dinero no es mas que papel y las joyas no son mas que piedras que brillan. Supongo que esas cosas, aun tendrá algo de valor en algunas ciudades... lo malo es que no creo que quede gran cosa que comprar en ellas.

?Seguro que más de uno, ha enterrado auténticas fortunas por si las moscas?.

Hay gente para todo. Pero aun en el caso de que consiga quitar de en medio al líder de ?el culto? y de que este desapareciese por completo, de que alguien encontrase la vacuna contra la ?super rabia? y se consiguiera exterminaran hasta el último zombi... no creo que la humanidad volviese a ser lo que fue.

?Puede que del cadáver de esta sociedad agonizante, floreciese otra que no volviese a recaer en los errores de siempre?.

Puede que el burro no tropiece dos veces en la misma piedra... pero el ser humano, es el ser humano.

Vuelvo a guardar los prismáticos en la gran mochila que llevo a la espalda. Gracias al implante que antes se encontraba alojado en la cabeza de ?Chanqui?, puedo moverme entre los muertos vivientes sin ser detectado. Lo que en ocasiones, también me permite infiltrarme entre los ?cultistas?. Gracias al papel de aluminio, con el que he forrado el interior de un sombrero de tela, he eliminado en gran medida las desagradables consecuencias de acercarme a sus ?pastores?.

Cada vez es mas raro dar con un infectado, la mayoría ya ha muerto o sido devorado por las cada vez mas numerosas hordas de no muertos, por lo que actualmente, la mayor amenaza, son precisamente los desesperados supervivientes.

A pesar de que llevo ya un buen tiempo moviéndome entre los muertos vivientes, creo que nunca conseguiré acostumbrarme a ellos. No es sólo por la fetidez de la carne en distintos procesos de descomposición, aunque tampoco es que eso sea moco de pavo, pero hay algo hipnótico y antinatural en ver a un cadáver ambulante. Los infectados pueden ser infinitamente mas peligrosos, sobretodo si son frescos, pero los fiambres andantes, son una aberración, que desafía a todo lo que es lógico y racional.

?En ese caso, a ti no deberían afectarte demasiado?.

No deberían, pero siento un escalofrió cuando un cuerpo que se encontraba tendido en el suelo, levanta un rostro hirviente de amarillentos gusanos. Pensaría que está mirándome, si no fuese por el echo de que ya no tiene ojos.

?¡Cuidado!. Estás llamando su atención?.

Aunque siento una leve punzada de angustia, sé que lo mas probable, es que se trate de una simple casualidad. No voy a dejar que el cabrón paranoico me contagie sus paranoias.

Los primeros edificios, parecen haber sido pasto de las llamas. ¿Caos, saqueo?. Es difícil saberlo, pero dudo que encuentre comida o medicamentos por aquí. Sigo internándome hacia el interior de la ciudad y quizás por culpa del anterior comentario del ser que mora en mi mente, tengo la desagradable sensación, de que varios cuerpos, están centrando su atención en mi.

- Sólo miran hacia algo que se mueve ? digo mas que nada para oír una voz en medio de tan escalofriante lugar -, no les intereso.

?¡Te están rodeando gilipollas!?.

El ardor de mi estómago empeora y me encuentro con que mis manos, están acariciando la empuñadura de las dos pistolas que llevo a los costados... aunque no llego a empuñarlas. Sólo se trata de un puñado de fiambres que caminan sin rumbo. Algo normal en un lugar así. Aunque empiezo a moverme con mas cautela.

?Hay demasiada actividad, te están cercando?.


Por la calle avanza ahora, una considerable cantidad de fiambres animados. Puede que no vengan a por mi, pero de todos modos, son demasiados como para pasar entre ellos sin tener que abrirme paso a empujones. Lo mejor será retroceder y tomar otra ruta hacia el centro de la ciudad.

?Te lo dije?.

Aunque intento mantener la calma, veo horrorizado, como una ingente y compacta masa de muertos vivientes, me cierra también el paso por el otro extremo de la calle.

?Te han dejado entrar y han cerrado poco a poco la red. Ahora no van a permitir que escapes?.

Está claro, que de algún modo, han conseguido detectarme. Los muy malnacidos, me han dejado entrar hasta la cocina antes de cerrar su cerco. Puede que sean lentos y estúpidos, pero han aprendido a cazar.

Empuño las dos pistolas que entre otras cosas componen el pequeño arsenal que he ido reuniendo en estos días. Pero soy realista y sé que a pesar de cargar con una considerable cantidad de munición, no duraré ni diez minutos si intento salir de esta a tiros.

?¿Así que eran paranoias mías verdad??.


No puedo creer, que a punto de ser devorado por centenares de muertos vivientes, el muy bastardo se dedique a echarme eso en cara. Ya casi tengo encima a los mas próximos. Retrocedo en busca de algún lugar en el que refugiarme. Topo con una gruesa puerta blindada que necesitaria explosivos para echar a bajo, las hordas me están cercando.

?Será mejor que entres en algún lado. Aquí fuera no durarás ni dos minutos?.

No hay mucho donde escoger, veo un concesionario de vehículos, pero la puerta está cerrada. Con el arma de la mano izquierda, disparo media docena de veces contra el cristal del escaparate. Las balas atraviesan el grueso cristal que se agrieta pero no llega a derrumbarse.

- Necesito un voluntario ? digo.

Un pequeño grupo de fiambres, ya está casi encima de mi, disparo contra todos menos contra el que tiene el aspecto más sólido (no me apetece mancharme mas de lo necesario), lo agarro del cuello y de la entrepierna y con un violento movimiento, lo arrojo de cabeza contra el maltrecho escaparate, que esta vez, si se desmigaja en miles de gruesos fragmentos de vidrio. Golpeo con la pistola para agrandar el agujero, llenándome de pequeños fragmentos.

?¡Dejate de polleces!. Tírate de cabeza si hace falta?.

Ni hablar. Si me corto con un cristal puedo infectarme y si me lesiono al caer dentro estaré del todo jodido. Me inclino y entro en el concesionario, pero varias manos se cierran alrededor de mi pesada mochila.

?¡Que se la queden!?.

Lo cierto es que no me apetece en absoluto desprenderme de ella. Allí dentro tengo las cajas de munición, por no hablar de muchas cosas que me han costado mis esfuerzos encontrar y si el cacharro ha dejado de funcionar, difícilmente podré volver a reunir. Pero las manos que tiran de la mochila apunto están de arrastrarme hacia fuera, por lo que opto por desprenderme de ella y avanzar hacia el interior.

La mochila desaparece hacia el bullente exterior, mientras un enorme fiambre, intenta entrar dejándose una mas que generosa cantidad de pellejo en el proceso.

?¡Hay que taponar ese boquete!?.

Disparo contra la cabezota del enorme muerto viviente, pero otros dos ocupan su lugar agrandando el boquete en el escaparate.

?¡Usa un coche!?.

Me acerco a un gran todo terreno. Sin las llaves, mi única opción, es quitarle el freno de mano y empujarlo, pero antes siquiera de poder abrir la puerta, veo que es inútil. En su ímpetu por entrar, el agrietado escaparate empieza a ceder y ya son demasiados los muertos vivientes que están dentro. Mi única posibilidad, es retroceder, puede que haya una puerta trasera.

?¿Acaso crees que el otro lado del edificio estará mejor??.

Lo único que sé, es que no puedo quedarme aquí o moriré devorado, así que corro, soy consciente de una escalera metálica que sube hacia arriba, pero no creo que pueda llegar hasta ella, así que pruebo suerte entrando en un despacho de puertas acristaladas y luego con una puerta marrón de aspecto mas o menos sólido. La puerta no cede. Mis perseguidores, lentos pero implacables, están ya junto a la puerta acristalada.

?La puerta de la derecha?.

Se trata de los servicios, pero puede que tengan una ventana. En cualquier caso, aquí no me puedo quedar. Entran por la puerta acristalada, una pálida niña de sucio cabello pelirrojo que viste un mugriento chándal amarillo. Le disparo en la cara. Su cuerpo es pisoteado por el enorme cuerpo animado de un tipo de color que viste un grasiento mono de CEPSA. Le disparo a él en las rodillas y se dobla en el suelo, haciendo tropezar al cuerpo de una pálida mujer semi desnuda a la que le falta un brazo y por lo que puedo ver la mayor parte del aparato intestinal.

Llego hasta los servicios. Están abiertos y veo que los últimos supervivientes, optaron por suicidarse, pero ahora no hay tiempo para eso. Cierro la puerta, pero no tengo la llave para asegurarla, así que opto por golpear y arrancar el pomo de la puerta del exterior. El sonido de varias manos golpeando y arañando me llega desde el otro lado.
Me derrumbo en el suelo y intento recuperar la respiración, que me falta mas por el miedo y la ansiedad que no por el cansancio a pesar de que estoy sudando a mares. Con creciente horror, veo que no lo mas parecido a una ventana, es una especie de ridículo ventanuco por el que no podría pasar ni cortándome los brazos.

- Estoy jodido ? digo para todo aquel que quiera oírme.

Los cuerpos bullentes de moscas de dos personas que optaron por suicidarse colgándose del marco de los cagaderos con lo que tiene toda la pinta de ser la cadena del retrete, me miran con ojos blanquecinos.

- Supongo que no hay dos sin tres ? digo mientras compruebo el cargador de una de mis armas.

?Para eso siempre hay tiempo. ¿Y tú piensas dar caza al jefe de el culto?. ¿Un puto llorón que se caga y se viene abajo al primer revés?".

- ¡No veo que tenga muchas opciones! ? grito hirviendo de rabia.

?Aunque hubiese una ventana, de nada te serviría y aunque la puerta fuese mas sólida, morirías de hambre y sed antes de que ellos se cansen?.

Empiezo a calmarme. No sé como, pero sé, que el cabrón paranoico tiene una idea.


?Tú única salida, es descubrir el motivo por el que el colgante dejó de funcionar y solucionarlo?.

- ¡Joder!.

Menuda mierda. Yo no sé nada sobre electrónica ni sobre esas mandangas.

?¿Tienes algo mejor que hacer?. O claro, el llorón prefiere tirar la puta toalla y saltarse los sesos en un puerco retrete?.

- ¡Vete a la mierda hijo de puto!.

?¡Estamos sumergidos en ella hasta el cuello!. ¿Vas a seguir lamentándote o prefieres echarle un ojo al colgante??.

Mis nervios se crispan un poco mas, cuando la puerta empieza a crujir, indicando bien a las claras, que no va a aguantar mucho mas. Pero con manos temblorosas, tomo la pieza electrónica y la miro. No veo que nada parezca estar roto. Le doy la vuelta y sigo viendo lo que parece la pieza de un televisor.

?¡Alto!?.

Mis manos se detienen, mientras la puerta deja escapar otro desagradable crujido y los gemidos del otro lado aumentan de volumen.

?Esa lengüeta plateada, mira su puedes moverla lateralmente?.

Lo hago. Empujo con la uña y encuentro que bajo ella hay una pequeña pila de botón, como la que utilizan los relojes digitales.

?Era obvio que si emite algún tipo de honda, requeriria de algún tipo de energia?.

- ¿Entonces se ha quedado sin pilas? ? digo con una mezcla de incredulidad e indignación.

?Si consigues otra pila de botón lo sabremos?.

Miro hacia mi muñeca, pero por razones prácticas, escogí un modelo de cuerda. En la mochila tengo un par de relojes digitales sumergibles con cronómetro, luz y toda la pesca... pero a pesar de que no debe haber ni cincuenta metros de distancia en línea recta entre mi mochila y yo, no estaría mas inaccesible si se hallase en Australia.

Aunque ya no se hacen relojes como los de antes, lo original no es siempre lo mas práctico.

[Gregtork]

[Korvec]

Capítulo II

?El que busca encuentra?

-- Dicho Popular ?

¿De que sirve un reloj en un mundo en el que los horarios están a punto de perder todo sentido?. En este preciso momento, para algo tan importante, como salvar mi pellejo. No es que sea uno de esos tipos que quieren vivir para siempre, pero aun tengo algunas cuentas que ajustar antes de dejar esta valle de lágrimas y no soy uno de esos tipos, a los que les gusta dejar las cosas a medias.

Me acerco al primero de los ahorcados. El cuerpo ya lleva una buena temporada muertos y en estado ?sucosillo?, pero este no es momento para ponerse melindroso. Veo en su muñeca uno de esos relojes digitales baratos y me lanzo hacia él con la voracidad de un profanador de tumbas hacia unos dientes de oro.

La parte posterior del reloj, está cerrada mediante cuatro pequeños tornillos. Utilizando la punta de una navaja multiusos, consigo retirar el segundo, cuando la puerta de los servicios decide que ya ha aguantado bastante y se viene abajo.

?¡Retirada al cagadero!?.

A toda prisa, me introduzco en el pequeño cubiculo, cierro la puerta y echo el pequeño pestillo. Si la puerta de los servicios no parecía especialmente sólida, la que ahora se interpone entre una muerte horrible y mi persona, casi me parece de papel... aunque reconozco, que por lo menos esta cuenta con mejor decoración. Varias pintadas que van desde números de teléfono a frases en francés decoran toda ella, pero la que me llama inmediatamente la atención, es la pintada a bolígrafo azul y rojo de lo que parece la caricatura de un arlequín demente.

- No puede ser ? acierto a decir.

Aunque ha transcurrido cerca de un mes, aun recuerdo perfectamente la extraña cajetilla de cerillas, que mostraba el dibujo de un arlequín con idéntica expresión.

?¿De verdad crees que este es momento para estas cosas??.

Estoy convencido, de dos cosas. La primera, de que no es una casualidad y la segunda, de que el cabrón paranoico, sabe algo al respecto, pero el escalofriante sonido de manos arañando y golpeando la puerta del cagadero, me hacen centrarme en lo que tengo entre manos. Después de todo, tendré tiempo de sobras para preocuparme por ello si salgo de esta.

?¡A la mierda los tornillos!. Esta puerta no aguantará mucho mas?.

Introduzco el filo de la navaja bajo la chapa posterior y haciendo palanca, consigo apartarla. Mis manos tiemblan de tal modo, que a punto estoy de tirar la pequeña pila al sacarla de la carcasa.

?¡Céntrate carajo!. Hace un rato no te asustaba tanto la posibilidad de morir?.

No es la posibilidad de morir lo que me aterra, sino la de ser devorado por esos seres con mirada de pescado. Pero de algún modo, consigo recuperar el suficiente autocontrol, como para colocar la batería en el colgante. El efecto es inmediato y los golpes y arañazos cesan en el acto.

Siento una gran sensación de alibio y luego nauseas.

?Esta vez si estuvo cerca?.

Pero después de unos pocos segundos, de calma, los golpes y arañazos vuelven a resonar al otro lado de la puerta.

- ¿Pero que cojones?.

El único pensamiento que soy capaz de formularme es ¿por qué?. Voy a morir de un modo horrible, sin estar siquiera cerca de terminar mi venganza y lo que es peor, del modo mas estúpido, devorado por meterme yo solito en la boca del lobo.

?No son tan tontos. Aunque tú señal ha desaparecido, saben que tienes que estar por aquí?.

Supongo que tiene su lógica. Aunque en muchos casos sus ojos aun son mas o menos funcionales, el aparato parece eliminar la señal que emitimos los seres vivos. Pero aunque haya desaparecido de su ?radar?, un cuerpo muerto, sigue siendo algo tentador a lo que hincarle el diente.

?No puedes quedarte aquí. El colgante te hace invisible a ellos, pero si saben donde estás y te buscan activamente, terminarán por encontrarte?.

Me subo a la taza del vater y examino el techo. El único asidero, es una tubería que no me parece demasiado sólida.

?¿A que coño estás esperando??.

El aspecto de la fina tubería no me inspira demasiada confianza, pero como ese retrete está demasiado puerco para dejar el pellejo en él, opto por intentarlo. Salto y me aferro con ambas manos al tubo metálico. La tubería desciende un par de centímetros y una lluvia de polvillo blanco desciende desde las alturas, pero por el momento aguanta mi peso.

La buena noticia, es que no hay duda, de que el colgante vuelve a funcionar, ya que aunque la puerta del cagadero cede, ninguno de los fiambres dirige su atención hacia arriba. Aunque les bastaría con alargar las manos para alcanzar mis botas, parecen centrar su atención en el suelo y la mugrienta taza. La mala, es que peso mas de cien quilos y que si la tubería termina por partirse o arrancarse del techo, tendré un aterrizaje mas complicado que el del jodido Apolo 13.

?Tienes que moverte?.

Con los pies a escasos centímetros de la caterva de fiambres, me muevo a lo largo de la tubería.

?No van a marcharse con el estómago vació después de todo?.

El cabrón paranoico, se refiere a los cuerpos de los suicidas, con los que se están dando un auténtico festín. Gracias a ello, la mayoría se afana por llegar hasta la putrefacta pitanza, en lugar de fijarse en mi, aunque siento un ligero escalofrió, cuando un fiambre que se encuentra junto a la entrada, levanta la vista y fija su atención en mi.

?¡No te muevas!?.

Con el corazón bombeando a toda máquina y el sudor empapando mi rostro, me quedo lo mas quieto posible. Pero ¿de que servirá estarse quieto?. No creo que los cuerpos de los suicidas emitiesen señal alguna y desde luego están bien quietos.

?Tampoco yo sé mas que tú al respecto. Puede que lo que busquen sea propagar la infección mas que comer, puede que eso propague la misma frecuencia de honda que emiten ellos y por eso te ignoran cuando funciona, pero ¿quieres bajar y comprobarlo??.

La tubería empieza a combarse y otra blanquecina lluvia, indica que tampoco la tubería va a soportar mi peso durante mucho mas tiempo. Tengo que alejarme de aquí y rápido. Lo malo, es que la tubería se interna en un agujero al llegar junto a la puerta.

?Parece que vas a tener que bajar y comprobarlo después de todo?.

Maldigo en voz baja. La idea de bajar y mezclarme con esa horda, me parece tan atractiva, como lanzarme en tanga a una piscina llena de tiburones. Pero mis brazos tampoco aguantarán mucho mas.

?No parece que te estén haciendo mucho caso y te has alejado de su zona de búsqueda. Si mi teoría es cierta y mantienes la sangre fría...?.

Eso son demasiadas variables y ni siquiera veo un maldito hueco donde bajar.

?¿Tienes miedo cagón??.

¡Joder claro que sí!. Las imágenes de gente al ser cruel y dolorosamente devorada por los fiambres vuelven a mi mente y con ellas, la muerte de Lucia y de Esperanza cruelmente devoradas mientras yo me escondía a pocos metros y huía sin mover un dedo por ayudarlas. Puede que esto sea lo que merezca después de todo... pero no estoy preparado para bajar ahí.

?Si gritas o te mueves demasiado rápido les alertarás. ¡Mantén la puta sangre fria!?.

Siento nauseas, la tubería hace un desagradable sonido y empieza a arrancarse.

?¡Sueltate de una puta vez!?.

Abro las manos y cierro los ojos. Choco contra un cuerpo húmedo y unas manos me empujan. Siento un incontenible impulso de ponerme a gritar, pero aprieto los dientes y mantengo la boca cerrada.

?¡Abre los putos ojos!?.


Lo hago, me encuentro cara a cara con la mirada de una anciana de sucio cabello grisáceo.

?No te distinguen. Muévete despacio y saldrás de esta?.

A mi izquierda a mi derecha... ojos muertos y miradas vacías por doquier. Puedo decir que sé muy bien lo que es tener miedo, pero creo que nunca había estado en una situación tan espeluznante. Mi estómago dice basta y siento un sabor amargo y salado en la boca. Reconozco el sabor de la sangre.

?Luego pasaremos por la farmacia, pero ahora tienes que aguantar. Empuja hacia la puerta, despacio y con suavidad?.

De alguna forma, y a pesar de ser presa de violentos temblores, consigo apañármelas para seguir las instrucciones del cabrón paranoico y consigo avanzar un par de metros en dirección hacia la puerta en medio de esta pesadilla.

El escaso autocontrol, que de algún modo he conseguido reunir, apunto está de venirse abajo, cuando reconozco al fiambre que me miró fijamente mientras colgaba de la tubería. El muy bastardo, hace esfuerzos por avanzar en mi dirección. ¡ Lo sabe!, de alguna forma lo sabe.

?¡No puede saberlo!. ¡Mantén la puta calma!. Si lo supiera ya estarías muerto, tienen una mentalidad de colmena. ¡No lo sabe!?.

Mi respiración se acelera y mi mano vuelve a cerrarse en torno a la empuñadura de la pistola.

?¡Mantén la calma!?.

Decirlo es fácil y supongo que en algún lado, debe de haber alguien capaz de mantenerla, pero me estoy hiperventilando. Sólo un milagro mantiene seca mi ropa interior.

?No te preocupes, estás en el lugar apropiado para eso. Cágate encima si tienes que hacerlo, pero no hagas estupideces?.

Una mano agarra mi brazo, me suelto de un brusco tirón y apunto estoy de gritar, pero mi respiración es tan acelerada, que no puedo hacerlo. La rabia irracional, empieza a abrirse paso desde el fondo de mi enferma mente, mientras mis manos vuelven a cerrarse alrededor de las empuñadoras de las armas.

- Hijos de puta ? digo en voz alta ? estáis jugando conmigo. Lo sabéis, lo sabéis todos hijos de puta.

?¡Cierra la puta voca tarado!?.

- ¡Os mataré! ? grito -, ¡ os mataré a todos!.

Son ahora varios, los que se vuelven hacia mi y varias las manos que se tienden en mi dirección.

?¡No llames la atención cabrón de mierda!. ¡ Conseguirás que te maten!?.


Mi visión empieza a ponerse a rojiza, el miedo se convierte en odio y en rabia.

?¡Empuja!?.

Doy un violento empujón y consigo avanzar un par de metros.

?Son como ciegos, que buscan algo que saben que está en alguna parte...?.

Me encuentro frente a frente, con el fiambre que pareció fijar su atención en mi cuando estaba colgando de la tubería.

- ¿Te crees muy listo verdad? ? le pregunto.

?¡No lo hagas!?.

Él levanta lentamente el brazo, como si quisiera comprobar mediante el tacto que estoy realmente frente a él.

?¡No!?,

Levanto el brazo y a punto estoy de dispararle entre los ojos, pero consigo contnerme en el último segundo. Él me palpa y después de unos tensos segundos, parece perder interés en mi y me da la espalda.

"Esta vez estuvo cerca".

¿Que habría pasado de haberme quedado sentado en el water cuando cedió la puerta?. ¿Me hubiesen reconocido?.

"¿Te apetece volver atrás y comprobarlo?. ¡Guarda esa puta pistola!. La sangre fria es lo único capaz de sacarte de aquí. ¡Si llegas a apretar el puto gatillo, ahora mismo serias hombre muerto!".

Supongo, que algunas veces, uno termina siendo su peor enemigo.

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[Korvec]

Capítulo III


?No dejes para otro, lo que puedas saquear hoy?

-- Nuevo refrán popular ?


Hay quien dice, que la adrenalina es su droga. No me considero un adicto a ella, pero lo que no puedo negar, es que el efecto de ?bajón? que sufro ahora mismo, debe ser en gran medida, similar al que sufren los adictos a las substancias estimulantes.

Tirado sobre el suelo de una farmacia, toso y vomito mientras mi cuerpo es presa de una terrible debilidad. Aunque el ardor de mi estómago, se ha calmado en gran medida, soy incapaz de dejar de temblar.

?Tranquilo, tómate tu tiempo. Aquí estás a salvo?.

Eso es cierto. Atraídos por la actividad o negándose a abandonar la búsqueda de su presa, se diría que todos los fiambres de la ciudad, se apiñan alrededor del concesionario de vehículos, por lo que el resto de la ciudad, se encuentra a mi merced.


Despierto. No recuerdo sueño alguno, pero ha oscurecido. Supongo que debí desmayarme o quedarme dormido sobre el frió suelo.

?¿Importa la diferencia??.

Supongo que no. No tengo la menor idea de la hora que debe ser, pero no me apetece moverme a oscuras en medio de esta cuidad. Aunque no tuve demasiado problema para encontrar armas y munición, aun sigo sin haber podido hacerme con unas gafas de visión nocturna.

?Creo que ya hemos tenido bastantes desventuras por hoy. Lo mejor será asegurar la zona y pasar la noche aquí. Mañana será otro día?.

No puedo estar más de acuerdo. Como aun no he recuperado la mochila, tendré que apañármelas sin linterna. Cierro la puerta de entrada y la aseguro lo mejor posible, arrastrando la pesada báscula.

?Es tontería. Si quieren entrar entrarán igual y te estorbará si tienes que salir apresuradamente?.

Cojo una de las pistolas, le saco el cargador casi vació y lo substituyo por otro lleno. El lugar no es tan grande como para que puedan ocultarse suficientes fiambres como para ponerme en apuros.

?No estaba pensando en los fiambres. Este es ahora un mundo muy raro?.

Gran verdad, pero no quiero pensar en ello ahora. Mi estómago parece haberse normalizado y no quiero castigarlo mas de lo necesario. En cualquier caso, aunque la báscula no mantendría la puerta cerrada mucho tiempo, haría el necesario estruendo al caer, como para advertirme de que tengo compañía.

El registro a la gran farmacia y a su trastienda, transcurre sin incidentes. Entre otras cosas, encuentro una voluminosa linterna, lo que supongo que es un mapa de las farmacias de la ciudad y una nevera cuyo contenido, mayormente vacunas, debe haberse echado a perder.

?Ya sabes lo que eso significa?.

Sí. Dentro de poco escasearan, por lo que volverán a hacer aparición enfermedades erradicadas como la viruela. Por suerte, yo ya estoy vacunado contra casi todo. Ventajas de haber trabajado en África.

Aunque mi estómago no está para demasiados trotes, descubro que uno puede cenar relativamente bien gracias a los potitos infantiles.

Una vez doy por finalizada la cena improvisada y como no tengo demasiado sueño, decido aprovechar el tiempo, preparando una serie de paquetes con antibióticos, antisépticos, vendas...

?No olvides algo para tú estómago... y para los nervios?.

Supongo que no le falta razón. Después de investigar entre varios prospectos y medicamentos, escojo entre otras cosas, varios fármacos de algo llamado bloqueadores de H2 que al parecer son ?reductores de la histamina, antiácidos, protectores gástricos...

?Cuando nos embarcamos en esta vendetta, nunca pensé que terminaríamos en una botica haciendo acopio de Almax?.

Este es ahora un mundo extraño y dudo que en él abunden los médicos. Supongo que con benzocaina o novocaína puedo arrancarme una muela si llega a picárseme, puedo extraerme una bala, y coserme si no es un órgano vital. Pero ni de coña sería capaz de operarme a mi o a otra persona de apendicitis.

?Quizás sería buena ir practicando... seguro que no tardas en encontrar voluntarios entre los cultistas? y otra cosa... tendrás que ir haciéndote a la idea, de que vas a tener que conducir?.

Nada de eso.

?¿Y piensas ir andando cargando con una mochila a la espalda hasta África??.

No creo que eso sea necesario.

?Por lo que sabemos, es allí donde su líder está ahora?.

Encontraré la forma de atraerle aquí. Después de todo, él no puede morir. Eso le convierte en alguien potencialmente imprudente.

?Das demasiadas cosas por supuestas?.

Lo pensaré.

Aun es noche cerrada, cuando he terminado de preparar media docena de paquetes y apartado algunas cosas destinadas a mi mochila, que tengo intención de recuperar por la mañana. Como la luz de la linterna empieza a decaer, la apago y utilizando varios paquetes de pañales como colchón y almohada, me tiendo a descansar en mi improvisada cama detrás del mostrador.

?¿Crees que habrá ratas zombi??.

Probablemente, a menos que se las hayan comido los gatos zombi.

?Me refiero aquí?.

Espero que no.

Aguzo el oído. La inquietante posibilidad de ser mordido mientras duermo por un simple roedor no muerto, me resulta de repente espeluznante y me maldigo por no haber instalado la cama en un lugar mas elevado. Pero supongo que el colgante a pilas de reloj, me hará también invisible a ellas.

?Mañana tendremos que buscar mas pilas?.

Mañana será otro día. Mañana habrá que hacer muchas cosas.

[Korvec]

Capítulo IV

?No se abandona a nadie?

--General Garrison ?


La sala de terapia está hoy de lo más concurrida. Santos con su camisa floreada de las sesiones informales, se muestra afable y optimista. A mi derecha veo a ?Nico?, lleno de optimismo, a mi derecha a ?Chanqui? que parece un poco deprimido, preocupado quizás. Algo más allá, ?follacamas? se queja amargamente porque hace meses desde su última erección. A su lado, ?Anestesia-Fist? asegura que eso se debe sin duda a los rayos cósmicos con los que algún genio del mal extraterrestre, bombardea la tierra para dejar a todos los hombres impotentes. Su historia tiene sentido, ya que hace tiempo, que no se nos empina a ninguno de nosotros.

- Esos cabrones ? continua ?anestesia? -, vieron que no podían vencernos luchando contra nosotros, así que optaron por otro sistema a más largo plazo.

- ¡ Que hijos de puta! ? grita el ?asesino del hacha?.

- Recordad las normas chicos ? dice Santos con su voz suave y razonable -. Nada de exaltarse.

La pareja de celadores, con pintas de ser el primo del primo del zumosol, aun permanecen quietos, cual dos gárgolas convertidas en piedra, pero al que más y al que menos, nos consta que no nos interesa que ?se activen?.

- No os preocupéis ? interviene ?follacamas? -, tengo dos garrafas de esperma congelado en la nevera de mi casa.

Aplaudimos y le aclamamos como al gran héroe salvador de la humanidad que es. Esos jodidos extraterrestres, no contaban con que un tipo capaz de hacerse (en sus buenos tiempos) más de quince gallolas diarias, llevase varios años almacenando su simiente congelada en garrafas de ocho litros.

Santos, tolera unos instantes de jolgorio, pero enfría los ánimos antes de que la cosa desbarre demasiado.

- Una historia... interesante ? pero ahora Santos clava su mirada directamente en el ?asesino del hacha? -. ¿A alguien le apetece contarnos otra?.

Todos sabemos de sobras, que esa mirada, significa que es el turno de ?el asesino del hacha? para contar una historia. Pero él no parece demasiado interesado en ser el centro de atención. Supongo, que en el fondo es un tipo tímido.

- Es que no se me ocurre nada... ? responde el hombre bajando los ojos, para huir de la mirada del tipo con camisa floreada.

- ¡Vamos! ? le anima Santos -. No hace falta que sea una historia auténtica. Esto sólo es una charla entre amigos.

El ?asesino del hacha? levanta la vista y rascándose la cabeza, empieza a hablar tímidamente.

- Bueno, supongo que la mayoría ya la conoceréis, pero me gustaría explicar la fábula de la cigarra y la hormiga.

Efectivamente. Conocemos la fábula y nos parece tan interesante, como un libro de cocina escrito por Fidel Castro, pero de todos modos, todos aplaudimos y le animamos, más que nada, porque sabemos que cualquiera de nosotros, puede ser el siguiente.

- La cosa ? empieza el hombre -, es que hace algún tiempo, vivían en el mismo barrio una hormiga que trabajaba de sol a sol como una hija de puta, mientras su vecina, la cigarra, se dedicaba a hacerse gallolas viendo televisión.

- ¡Ese es un trabajo más duro de lo que pensais! ? interrumpe indignado ?follacamas?.

La mayoría asentimos con la cabeza, pero la furibunda mirada que nos dedica el narrador, deja bien a las claras, que no le gusta ser interrumpido.

- Así que ? continua el ?asesino del hacha? -, la hormiga, aparte de ahorrar una pasta, puede permitirse el comprarse una de esas teles guapas con pantalla de plasta.

- ¡Plasma! ? dice ?anestesia? -. ¡ Perdón!.

?Anestesia? se lleva ambas manos a la boca, en clara muestra de arrepentimiento por su interrupción, mientras es fulminado por múltiples miradas de reproche. El narrador resopla con fastidio, pero después de un par de segundos de tenso silencio, decide seguir con la historia.

- Una jodida pantalla de PLASMA ? dice la última palabra subiendo desagradablemente el tono de voz -, mientras que su pobre vecina, tenía que conformarse con uno de esos mierdosos televisores que solo captan media docena de canales llenos de interferencias.

Todos asentimos rápidamente identificados con la pobre cigarra, ya que sabemos exactamente a que tipo de televisor se refiere. Puede que ninguno de nosotros, haya estado mas cerca de un televisor de plasma, que de las siliconadas tetas de Pamela Anderson, pero basta con acercarse a la sala de juegos, para sufrir el martirio de intentar ver un documental de animalitos, en un viejo televisor lleno de interferencias.

- Además ? continua el asesino -, mientras esa hormiga hija de puta, tenía una nevera bien repleta de pitanza, la pobre cigarra, estaba cada vez más delgada. Aunque por culpa de los putos marcianos, a ninguno se nos levanta ya, todos sabéis lo duro que puede ser, el pasar todo un día ?tocando la zambomba?.

Asentimos nuevamente en silencio. ?Follacamas? ha estado a punto de decir algo, pero a diferencia de ?Anestesia?, el si ha sido capaz de morderse a tiempo la lengua.

- Finalmente, llegó el invierno ? prosigue el ?asesino del hacha? -. Uno de esos inviernos fríos e hijos de puta, con un montón de moñigones disfrazados de papa noel. A la hormiga su empresa le regaló una cesta de navidad con turrón, coñac, cava catalán, chorizos, morcillas, empanada, latas de fabada, mojama, lomo, encurtidos, anchoas, espárragos, chocolatinas, neulas y hasta un bote de mayonesa.

Mi estómago ruge al imaginar semejante cantidad de pitanza a mi alcance, pero no tarde en desengañarme. Ese botín anda en poder de la reputa hormiga.

- Mientras la pobre cigarra, tenía que apañárselas con una lata de coles de bruselas y tenía que hacer sopa de queso con sus jodidos calcetines.

Un par de lágrimas de pena humedecen el rostro de ?Chanqui?. Siempre ha sido un tipo de buen corazón, al que no le han gustado las injusticias.

- Así que, pensando que quizás su vecina se apiadaría de ella ? prosigue el narrador -, la cigarra decidió tragarse su orgullo y hacerle una visita a la hormiga para ver si quizás, podría ayudarla a pasar el invierno. Todos sabemos que la navidad es una época muy dura, con tantos soplapollas disfrazados de papa noel y la programación de la tele infectada por esa empalagosa publicidad. La hormiga disponía de una pantalla de plasma y un ?bluerrai? de esos, por lo que pasaba las noches viendo una y otra vez películas, mientras la pobre cigarra, se veía obligada a tragarse esos anuncios de familias y festines, en la soledad de su fría madriguera.


Este es el momento álgido de la historia. ¿Se harán amigas la hormiga y la cigarra?. Puede que la hormiga no sea tan hija de puta después de todo. Es de sobras sabido, que la navidad es capaz de ablandar el corazón del mas bastardo y si alguien merece un poco de compasión navideña, es esa pobre cigarra.

- Pero la hormiga, se río en la cara de la cigarra y después de restregarle su éxito en la vida, le dio a modo de limosna una caja de polvorones.

- ¡ Hija de puta! ? grito lleno de indignación.

¿Cómo se puede ser tan mezquino?. A excepción de Santos y los fornidos celadores, todos mostramos a las claras lo que pensamos tanto de la hormiga, como de los intragables polvorones. Esta vez, el ?asesino del hacha?, no parece en absoluto molesto por la masiva interrupción, pero cuando Santos grita pidiendo silencio y los dos cachas dan un paso hacia delante, todos cerramos la boca.

- Prosigue con tú historia por favor ? solicita Santos.

Después de aclararse la voz en un gesto de lo mas teatral, el narrador prosigue con el apasionante relato.

- Así, que la cigarra, cogió un hacha, que casualmente llevaba encima, descuartizó a la hormiga, dejó sus troceados restos en la vacia nevera de su casa y se mudo a la vivienda de su fallecida vecina, donde pudo pasar unas navidades felices...

Puede que ?el asesino del hacha? esté diciendo algo más, pero los gritos, aplausos y silbidos de aclamación me impiden oír mas. Está es sin duda, la versión mas cojonuda que nunca he escuchado de esa trillada y mierdosa historia. Cuando vuelve a hacerse el silencio, Santos, algo mas ceñudo de lo habitual le pregunta:

- Creía que los animales sólo mataban para comer.

- ¡ Y lo hizo! ? responde el ?asesino del hacha?.

- Pero no se comió a la hormiga, le mató por envidia.

- Doctor ? ahora el asesino, pone el tono de voz que un maestro utilizaría para explicar algo obvio a un alumno especialmente obtuso -, las cigarras no comen hormigas.

- Pero tú si te comiste a tú vecino ? las palabras de Santos se me antojan duras como el acero.

Chanquete, que de repente se encuentra mortalmente pálido y tiene unos ojos totalmente faltos de expresión se vuelve hacia mi y me dice:

- No debiste dejar atrás a Nicolai.

El sonido de algo grande y pesado al caer me sobresalta. Aterrizo en el cruel presente, aunque tardo un par de segundos en ubicarme, el entrenamiento y el instinto hacen que mis manos ya estén empuñando mis armas antes siquiera de pensar en hacerlo.

?No dispares si no es necesario. La mayoría de fiambres deberían seguir agrupados donde los dejaste y las cosas serán más fáciles si siguen así?.

Asomo la cabeza por encima de la barra. Aun no ha amanecido, pero el día ya muestra esa azulada claridad de las primeras horas de la mañana. La puerta permanece cerrada, aunque la báscula descansa sobre el suelo. Lo que me preocupa, es lo que me ha parecido ver de reojo durante apenas una fracción de segundo.

?No te lo pareció. Lo viste?.

Acabo de despertar y es normal que la vista juegue malas pasadas.

?¿Entonces por qué no sales a echar un vistazo??.

Me pongo en pie y me acerco cautelosamente hasta la puerta. Se encuentra ligeramente entreabierta. Aparto la báscula del suelo y la abro por completo. Salgo al exterior. La calle se encuentra totalmente desierta. No veo ni rastro, del rápido ser que vi fugazmente junto a la suerte. La aparición fue demasiado fugaz como para poder distinguir sus rasgos, pero aun recuerdo perfectamente, esos ojos rojizos, que parecían brillar con luz propia como los de un gato.

?Sea lo que sea, no era ni un zombi ni un infectado?.

Sea lo que sea, espero que no haya más como él y sobretodo, espero no volver a encontrarlo.

[Korvec]

Capítulo V

?El que madruga, tiene sueño?

-- Chema --

Aunque la ciudad no parece haber sido saqueada, queda patente en los supermercados que visito, las inconfundibles huellas de una crisis. En estos casos, a la gente suele darle por almacenar productos no perecederos. El hedor a putrefacción de los productos perecederos, es casi tan intenso como el de las concentraciones fiambriles, pero mi sentido del olfato ya empieza a estar acostumbrado. La expresión ?el mundo apesta? no es en absoluto novedosa, pero nunca fue mas cierta que en los tiempos que corren ahora.

Hago acopio de pasta, queso, mermelada y a pesar de que su sóla visión empieza a revolverme el estómago, de comida enlatada. Nunca pensé, que llegaría a añorar de esta forma cosas tan sencillas, como un poco de pan., leche o verduras frescas. Tomo un chorizo y un paquete de pan de molde caducado.

?¿Seguro que tú estómago está para estos trotes??.

Doy un par de mordiscos al chorizo, pero lo desecho y termino desayunando el contenido de una lata de piña en almibar. Nunca he sido demasiado aficionado a la fruta fresca, pero ahora se me ocurren pocos manjares mas apetecibles que un par de naranjas.

?En la farmacia tendrás que empezar a buscar complementos vitamínicos. Seguro que en las ciudades, ya deben estar apareciendo casos de escorbuto?.

Me prometo mentalmente, acercarme por alguna zona rural en cuanto salga de esta olorosa ciudad muerta, aunque en esta época del año y con tanto superviviente desesperado, puede que tampoco encuentre gran cosa. Sí, lo mejor será hacer acopio de suplementos vitamínicos.

?¿Qué crees que era el ser de ojos brillantes que intentó entrar en la farmacia??.

Quien sabe. Otra incógnita para la gran ecuación. Sin dejar de masticar la dulzona fruta envasada, dedico unos segundos a pensar en todas las preguntas, cuya respuesta me gustaría conocer: ¿ que significa el arlequín que encuentro por todas partes. Los cultistas lo reconocieron y no les hizo la menor gracia. ¿Es enemigo suyo?, ¿eso le convierte en mi aliado?. ¿Qué o quien es el chatarrero?. ¿Quién fue el responsable de la carnicería del motel de carreteras?. Pensaba que era cosa de Gabriel, pero esa mierda sádica encaja más con ?el chatarrero? aunque pudo ser cosa de otro ser, ¿realmente hay alguien que me acecha?. ¿Utilizarán finalmente los franceses armamento nuclear?, ¿qué le ocurrió a Marta?.

?Deja de torturarte con eso. No pudiste hacer nada?.

Me marché sin comprobarlo.

?Estaba muerta y tú también lo estarías ahora de haberte quedado?.

Tiro el resto de la lata y hago acopio de papel de aluminio, bolsas de basura, cerillas y agua embotellada. No es que el agua escasee, pero los cultistas tienen la fea costumbre de infectar fuentes y depósitos de agua. Esta ciudad, puede que sea un ejemplo de este tipo de prácticas.

Dejo los dos carros de compra llenos cerca de la entrada. Como no puedo cargar con todo, lo empaquetaré y embolsaré lo mejor posible y lo enterraré. Por las afueras.

?Todo sería mas fácil si utilizases una furgoneta?.

Supongo que sí.

Mi siguiente parada, es una joyería, en la que hago acopio de pilas de reloj. Cambió la del colgante por una nueva, ya que es imposible saber en que estado estaba la que tome del reloj del fiambre.

?Como no hay forma de saber cuando se termina, salvo cuando es evidente, lo mejor será que la cambies cada 4 semanas?.

Me parece una buena idea, después de todo, las pilas de reloj son pequeñas y no creo que nadie esté haciendo acopio de ellas.

Después de hacerme con varias decenas de las pequeñas baterías, escojo también un reloj digital, que parece diseñado para la practica del submarinismo y de a saber cuantos deportes de riesgo más.

?Debe ser un reloj tampax, con él podrás practicar submarinismo, montar a caballo, escalar, matar cultistas...?.

De vez en cuando me sobresalto al captar de reojo, el movimiento de algún fiambre animado. Supongo que se habrán concentrado todos en el mismo punto o que finalmente, habrán empezado a dispersarse de nuevo. Pero gracias a la tecnología, no me prestan la menor atención.

Ya pasa del medio día, cuando llego hasta un armería, que parece relativamente intacta. Supongo que la legislación francesa es similar a la española, que prohibe entre otras cosas los silenciadores, las escopetas con empuñadura de pistola, armas de fuego automatico y determinados tipos de munición, pero por lo menos podré hacer acopio de munición y quizás encuentre algún rifle de caza en calibre siete sesenta y dos o superior.

?Si te movieras en una furgoneta, podrías cargar con un rifle de calibre cincuenta y con mucha mas munición?.

Un vehículo hace ruido y delataría mi presencia.

?Andando te mueves con demasiada lentitud?.

Eso es cierto, pero ¿de que me sirve llegar antes a un sitio, si me están esperando?.

La armería es demasiado pija para mi gusto. Tiene expuestas varias armas cortas con pavonados dorados y cachas de nacar y madera. Que puñetera manía tiene la gente, con hacer pasar las armas como joyas. ¿Acaso hay taladros y martillos dorados?.

?Ambos son herramientas, pero un rico difícilmente confundirá un martillo con un juguete?.

Aun y así encuentro algunas pistolas de mi gusto, como varios modelos de Glock, que dejo sobre el mostrador para hacer mas tarde la selección, que básicamente, dependerá de la cantidad de munición de nueve milímetros o de cuarenta y cinco ACP que encuentre.

Entre las armas largas, veo un par de rifles de aspecto entre deportivo y militar que pueden servir, pero mi vista, se va casi automáticamente hasta un arma expuesta. Se trata de un Barret M-82.

- ¿Es este chisme legal ?.

?Para cazar no creo, por lo menos no con el cargador de diez disparos, pero seguramente sí para tiro deportivo puede que sí, después de todo, no deja de ser un arma semi automática?.

Tomo el pesado fusil, que tiene montado un visor de gran tamaño y miró a través de él. Por desgracia, es demasiado pesado para cargar con él.

Hago acopio de munición, y cambio mis pistolas usadas, por dos Glock 19, que coloco en una doble pistolera bajo las axilas, con capacidad para cuatro cargadores extra dos a cada lado, que no tardo en rellenar.
También tomo un pequeño revolver Rossi de cañón corto en calibre 357. Aunque sólo cuenta con cinco disparos, su pequeño tamaño le hace ideal para llevarlo oculto. Una pequeña funda, facilita esa tarea.

Antes de marcharme, cojo las correas de varias fundas para hacerme unas protecciones.

Mi siguiente parada, es una tienda de ropa, donde me hago con ropa interior limpia (que falta me hacia ya). Escojo un pantalón tejano oscuro y una camisa de hilo de tono oscuro. Pienso con añoranza, como me gustaría darme una ducha.

?No tienes porque privarte?.

Miro el reloj, aun tengo varias horas antes de que anochezca, vuelvo a tener hambre y aun tengo todos los paquetes esparcidos por la ciudad. Está claro que no voy a poder terminar hoy.

?Lo mejor será que des por finalizada la jornada de saqueo y busques alguna casa donde pasar la noche?.

No me gusta demasiado la idea de pasar otra noche en esta ciudad, con ese ?a saber que? de ojos brillantes rondando por aquí. Pero por otro lado, siempre puedo fortificarme mejor en un edificio que en las afueras de la ciudad. La idea de tomar una ducha y dormir en una cama, terminan de decidirme.

En una tienda, encuentro una gran bolsa de deportes, que lleno con una gran linterna y sus pilas correspondientes, un par de hornillos, varios cerrojos, un par de martillos, clavos y unas ligeras pero sólidas barillas de aluminio.

Escojo un edificio de cuatro plantas. Me instalo en el segundo piso, donde encuentro una sólida puerta con una mierdosa cerradura que no me cuesta demasiado trabajo reventar.

Después de explorar la casa y ver que se encuentra desabitada, aseguro la puerta clavándole a martillazos media docena de pestillos. Supongo que es un sistema chapucero, pero servirá para una noche. Lleno un par de ollas de agua, les echo unas gotas de lejia y las pongo a calentar.

Mientras el agua empieza a calentarse, me siento a una mesa y trabajo con las correas y las varillas de metal, que consigo recortar hasta que tienen la longitud aproximada de mis antebrazos.

Media hora después, el agua apenas está tibia, pero yo ya he conseguido uniendo los correajes y las varillas, fabricar una protección remotamente similar a la que utilizaban los ninjas en el Japón feudal para bloquear ataques con sus antebrazos.

Después de casi una hora, el agua se calienta lo suficiente. La ducha consiste en echarme por encima media olla de agua tibia, enjabonarme y luego aclararme con la otra olla y media. Todo un lujo, que ya estoy tentado de repetir.

Me visto y hasta la ropa parece tener un tacto distinto. Aprovecho para probar la nueva protección de antebrazos bajo la camisa. Muevo los brazos y noto que me molesta un poco. Tendré que forrarla con algo, pero eso puede esperar.

La cena, consiste en un par de antiácidos y en algo de jamón y queso con pan bimbo. No es que sea gran cosa, pero actualmente, la gente mata en las ciudades por mucho menos.



- ¿Creías que no te encontraría?.

?¡Joder!?.

- Me cago en la puta ? maldigo.

Con un tremendo sobresalto, que casi me hace caer de la silla, reconozco la voz de ?el chatarrero?. Lo más inquietante, del asunto, no es que el tipo utilice algún tipo de altavoz, lo peor de todo, es que suena en el piso de al lado.

[Korvec]

Capítulo VI


?¿Me prestas una tacita de azucar??

-- Típica petición vecinal ?


Soy consciente de que tiene que tratarse de alguna clase de jodida y enfermiza trampa y de que él no va a estar en el piso de al lado, pero no puedo salir corriendo sin mas ¿o sí?.

?Probablemente, sería lo más inteligente?.

Por desgracia, nunca he destacado por mi inteligencia, así que me situo delante de la puerta, listo para aplicar la desfasada ley Corcuera (o ley de la patada en la puerta).

?¡Detente desgraciado!. Puede que haya una escopeta atada a algo apuntando hacia la puerta?.

Entonces, enfoco con la linterna y me doy cuenta, de que ni siquiera va a hacer falta. La puerta sólo está entornada.

?¿Cómo habrá abierto la puerta sin que le oigamos??.

Puede que sepa un experto cerrajero o que sepa magia. A estas alturas, no me sorprendería aunque le viese salir por la ventana volando en una escoba.

Entro en la casa. La luz de la linterna, descubre un pequeño recibidor. El lugar parece despejado. Las risas distorsionadas por algún aparato mecánico suenan mas adelante.

?Este bastardo va a atraer a todos los jodidos fiambres de la ciudad?.

Probablemente, pero sospecho, que el demente malnacido, me tendrá reservada alguna sorpresa peor.

Llego al comedor donde encuentro claras señales de lucha. Un par de sillas rotas, fragmentos de un jarrón y múltiples rastros de sangre seca. Sea lo que sea lo que ocurrió aquí, ya es agua pasada. Atravieso el comedor y sigo por un pasillo con varias puertas cerradas. No tardo en localizar la puerta de la habitación de donde proceden las risotadas.

?¿Vas a entrar o no??.

Abro la puerta, con la certeza de que me voy a arrepentir. El halo de luz de la linterna, muestra una habitación alegremente decorada. Muñecas de inquietante aspecto, me miran desde su asiento en lo alto de varios estantes. Sobre una cama, con dibujos de ositos de peluche veo el magnetófono sonando a todo trapo y junto a él, un pequeño sobre de color crema.

Apago el aparato, pero el lugar no queda en silencio. El sonido de algo parecido a garras arañando madera, me llega de la habitación de en frente.

?¿Infectados??.

Abro el sobre y alumbro su contenido con la linterna. Con un sobresalto, reconozco el cuerpo de Nicolai.

?Debió seguir tú rastro hasta Disneyland París?.

No quiero ni pensar, lo que ese malnacido habrá echo con el cadáver de mi amigo.

?¿Seguro que es un cadáver?. Según las leyendas...?.

Estaba muerto, yo estaba allí.

El sonido de un pomo de puerta, cayendo al suelo, me devuelve al presente.

?Creo que será mejor salir de aquí?.

Salgo de nuevo la pasillo. Veo una pequeña silueta, cuyos ojos brillan como ascuas en la oscuridad.

- Santa jodienda ? digo en voz alta.

Ilumino la linterna y veo que se trata de Sonia... por lo menos de su cuerpo.

?Creo que ya sé para lo que ha utilizado a Nicolai?.

La pequeña corre en mi dirección. Aunque se trata del cuerpo de la pequeña bastarda, no veo el menor rastro de inteligencia en sus brillantes ojos. Disparo. Las balas se estrellan contra el pequeño cuerpo y frenan su carrera, pero no la detienen.

?¡Tienes que detenerla!?.

Eso intento. La criaja llega hasta mi. Suelto la pistola y la linterna, para agarrarla de los antebrazos y evitar sus mordiscos y arañazos lo menor posible. Aunque parezca mentira, a duras penas puedo mantenerla alejada y es sólo una cría.

?Si infectando el cadáver de una cría a conseguido generar semejante monstruo... imagina lo que puede ocurrir si esta mierda se extiende?.

Con un grito, lanzo a la pequeña contra los grandes ventanales que dan a la calle. El pequeño cuerpo, los atraviesa de cabeza.

?¡No!. No puedes permitir que escape con vida?.

Recojo la linterna y el arma antes de asomarme por la ventana.

?¡Mierda!?.

Con horror, veo a no menos de media docena de seres de ojos brillantes, que miran en mi dirección.

- Joder.

?Supongo que eso responde a la pregunta, sobre el visitante de la farmacia. Esa mierda ya ha empezado a extenderse?.

Atravieso el comedor y salgo por la puerta. Veo por el hueco de la escalera, como varios bastardos de ojos brillantes, suben atropelladamente por las escaleras.

Entro en el piso donde dejé mis cosas y cierro la puerta, cuando el primero de ellos, se encuentra ya apenas a un par de metros. Corro a toda prisa dos pestillos, cuando algo parece estrellarse contra la puerta. La gruesa puerta resiste, pero los clavos que mantienen los pestillos en su sitio, empiezan a sobresalir. Así que los echo todos y cogiendo el martillo, empiezo a golpear sobre las cabezas de los clavos.

?La buena noticia, es que la puerta es blindada y que probablemente, se marcharan en cuanto amanezca?.

- ¿Y la mala? ? grito sin dejar de remeter clavos a martillazos.

?La mala es que si esto sigue así, los pestillos terminarán por ceder, cuando se reblandezca demasiado la madera donde están metidos los clavos.... y que la noche aun es joven?.

Como para confirmar, sus palabras, dos pestillos saltan con el último envite. Agarro uno de ellos y escogiendo otro punto donde la madera aun está intacta, empiezo a clavarlo.

?Quizás deberías ir pensando en un plan B?.

[Korvec]

Capítulo VII


?¿Queréis armas grandes?.
¿Queréis armas rajadamente grandes??

-- Lobo ?


Por lo general, cuando alguien tiene que pasar al plan B, significa que ha habido algún imprevisto, que hace poco factible el seguir el plan original. Aquí y ahora, plan B, significa algo más próximo, a salir corriendo cual gallina descabezada.

?No puedes salir corriendo sin más. No podemos permitir que esta mierda se extienda?.

Genial. ¿Y como se supone que me los cargo?.

?Apuesto a que si les revientas la cabeza, no volverán a levantarse. Necesitas una escopeta... algo mayor?.

La armería donde estuve esta tarde, no se encuentra demasiado lejos, el problema, es como llegar hasta la calle.

El tintineante sonido de otro cerrojo al caer al suelo, me recuerda que no me queda mucho tiempo.

?Estás en un segundo piso. Tú única salida es por la ventana?.

Me acerco al dormitorio y anudo las sábanas de la cama en la que había preparado dormir esta noche. Echo un vistazo a la puerta y veo que ya sólo quedan tres cerrojos en su sitio.

?Será mejor que te des prisa?.

Abro la puerta de la galería y anudo la punta de la improvisada sábana a la barandilla.

- Espero que aguante mi peso.

?Sólo es un segundo piso?.

Otro cerrojo cede y yo empiezo a deslizarme por las sábanas con la gracilidad de un hipopótamo con pañales. Las sábanas no llegan hasta la calle, pero si me aproximan lo suficiente a él, como para que me atreva a saltar sin miedo de partirme la crisma.

Une vez en el suelo, miro alrededor y veo que el ventanal por le que he salido, es distinto al de la entrada del edificio. Eso es bueno, ya que gracias a eso, no he dado con un comité de recepción en tierra, pero es malo, porque no termino de orientarme y no estoy del todo seguro, de cual es la dirección que debo tomar para llegar a la armería.

Un par de siluetas de ojos brillantes, se asoman al ventanal y profieren un grito que parece más propio de algún tipo de animal africano que otra cosa.

?Será mejor que te muevas?.

Supuse, que la reacción de esos seres, sería dar la vuelta y bajar por las escaleras de nuevo hasta la calle para perseguirme, pero soy incapaz de apartar la vista, cuando dos de ellos, saltan a la calle. Oigo el satisfactorio crujido del tobillo de uno de ellos.

- ¡Las imprudencias se pagan hijoputas! ? les grito.

Disparo de forma ?chowyunfatesca? con ambas pistolas contra el que aun sigue en pie, oigo el inconfundible sonido de los proyectiles al estrellarse contra su cuerpo y los múltiples impactos lo derriban al suelo, pero con creciente horror, me encuentro con las armas descargadas en las manos, mientras varios cuerpos más saltan a la calle y los otros dos, empiezan a incorporarse.

?¡Estos no son infectados corrientes, dispara a la cabeza!?.

Un gigantón de piel oscura, que ha aterrizado casi delante de mi, se me echa encima. Le arrojo las armas descargadas a la cara, antes de darme la vuelta y echar a correr cual grumetillo perseguido por horda de piratas berberiscos.

?¿Pero que coño haces??.

Sé que no fue idea deshacerme de las armas cuando aun tengo un par de cargadores llenos, pero fue instintivo.

?Hacia la derecha?.

¿Estás seguro?. Con esta oscuridad no reconozco ninguna calle.

?Más te vale, porque ellos ven en la oscuridad y apuesto a que no serán los primeros en cansarse. Olvida la armería, no vivirías lo suficiente como para cargar ningún arma y puede que incluso sea de esas que guardan los percutores de las armas en la caja fuerte hasta que las han vendido?.

Aunque el miedo y la adrenalina, parecen darle alas a mis piernas y aunque mi forma física ha mejorado bastante en los últimos tiempos, mis perseguidores son rápidos y sé que no podré mantener este ritmo durante mucho tiempo.

?Aguanta sólo tienes una posibilidad. Ahora gira a la izquierda?.

Obedezco. Estoy demasiado cansado y aterrado como para preguntarme cual puede ser el plan del cabrón paranoico. La situación, me recuerda dolorosamente a aquella otra noche en la que salvar mi pellejo, costó la vida de Lucia y Esperanza, su pequeña hija recién nacida. Por lo menos, esta vez no hay nadie por quien deba preocuparme.

?Ahora otra vez a la izquierda, ya casi estás?.

Esquivo un par de muertos vivientes lentos y podridos, que no me prestan la menor atención, pero que por lo que oigo, no terminan de hacer buenas migas con los seres que me persiguen.

?Necesitas ganar tiempo?.

Llego hasta las inmediaciones del concesionario de vehículos, donde aun se concentra toda una legión de muertos vivientes y capto la idea del cabrón paranoico, aunque ¿no será peor el remedio que la enfermedad?. Me consta por esa zorrimocosa de Sonia, que esa mierda se contagia a los muertos, ¿qué pasará si mañana hay toda una legión de esos seres?.

?Nos ocuparemos de ello si llegamos a ver la salida del sol. Esta ciudad tiene que desaparecer del mapa de todos modos?.

Jadeando, me meto entre un nutrido grupo de fiambres animados. Gracias a la tecnología que me hace invisible a ellos, paso sin problemas, pero oigo como la trampa de carne putrefacta, se cierra en torno a mis perseguidores, que quedan atrapados como moscas en las fauces de una trampa carnívora.

?Siguiente parada, la armería?.

Debes estar de coña, no puedo dar un jodido paso.

?Pues será mejor que empieces a poder, porque la noche aun es joven y no creo que esos sean los únicos tipos de ojos brillantes que haya por aquí sueltos?.

Cojo el pequeño revolver del tres cincuenta y siete que es ahora mismo, el único arma con el que cuento ahora mismo para mi defensa y me encamino hacia la armería. No he recorrido dos calles, cuando veo el brillo de dos ojos en la oscuridad.

- Mierda.

?Espera no dispares aun. Deja que se acerque y apunta a la cabeza?.

Reprimo el impulso de abrir fuego, mientras la oscura silueta, se aproxima lentamente hacia mi. Puede que piense que no tengo escapatoria, que aun no le he visto o puede que incluso, no piense nada en absoluto, pero supongo que en cualquier momento, se abalanzará a la carrera.

- A la mierda, ya he corrido bastante por hoy.

Avanzo dos pasos en su dirección y el ser de detiene quizás sorprendido por una acción opuesta a la que esperaba. A pesar de la oscuridad, la distancia es corta y puedo distinguir algo sus rasgos faciales entre los que destaca un enorme mostacho, a lo ?Poirot? que se mantiene incólume, como si hubiesen usado plástico fundido para su fijación.

Disparo una vez, la bala impacta sobre su ojo derecho, abriendo un generoso boquete de salida en su nuca, pero por si las moscas, reapunto y vuelvo a disparar, la bala hace un boquete en el medio de su frente, que casi parece un tercer ojo, mientras su masa encefálica ?abandona la nave? por la parte posterior de su craneo.

?Este ya no se levanta?.

Efectivamente, el brillo de sus ojos se apaga como un gusiluz que acabara de quedarse sin pilas. La sangre de Nicolai puede haberles dotado de un considerable poder regenerativo, pero si les vuelas ?el puente de mando?, les fundes los fusibles como al más pintado.

Consigo llegar hasta la armería sin mayores incidentes. Varios gritos de escabroso origen, resuenan desagradablemente cerca y me parece ver sombras moviéndose en la noche, pero no puedo ver directamente a ninguno de ellos.

?Puede que ahora sean más prudentes, pero andan cerca, puedes estar seguro?.

Tuve que abandonar las linternas en el piso, pero aun recuerdo más o menos, donde dejé algunos de los paquetes de munición.

?Aun queda mucha noche por delante?.

Pues será mejor que disfruten de ella, porque si no consiguen acabar conmigo antes de que amanezca, me aseguraré de que no disfruten de otra.

[Korvec]

Capítulo VIII


?En el bote pequeño es donde está la buena mermelada?

-- traducción aproximada de un conocido refrán catalán --


La oscuridad es casi total en el interior de la armería. Después de improvisar una barricada en la entrada con un par de armeros y un pesado armario donde se almacenaban las municiones. Aunque no quiero llamar la atención más de lo necesario, me aventuro a doblar y activar un par de bengalas químicas, que me proporcionan una tenue luz azulada.

?No te preocupes por la luz. Saben donde estás?.

Por suerte, ya arranqué los candados de los armeros en mi visita matinal. Ahora, falta comprobar si tienen los percutores en su sitio. Porque si están dentro de una caja fuerte...

?Si están dentro de la caja fuerte, te matarán. Pero si las pistolas tenían las agujas en sus sitio, lo más probable, es que en las armas largas también?.

Decido no perder tiempo en comprobarlo. Me llegan cada vez más sonidos del exterior, se preparan para asaltar el local y no creo que tarden mucho más.

?Están esperando a ser los suficientes. Eso es malo. Creía que eran seres que se guiaban únicamente por instintos primarios, pero eso demuestra que son capaces de utilizar estrategias tan básicas. No son unas lumbreras, pero tampoco están tan descerebrados como los infectados?.

Como no creo que tenga tiempo para ponerme a escoger municiones, me centro únicamente en las escopetas. Dejo varias sobre el mostrador y empiezo a rebuscar cajas de cartuchos, en el armario de las municiones.

?Céntrate en los cartuchos de caza mayor?.

La mano me tiembla ligeramente, mientras ilumino y intento discriminar el tipo de caja. No creo que sirva de gran cosa, disparar a esos seres, con munición para cazar aves. Pero nunca he sido aficionado a la caza y no recuerdo demasiado bien sus calibres.

?Sólo recuerda que cuanto más pequeño es el número, más grande es la bala. Un cartucho del treinta y dos, tendría treinta y dos perdigones?.

Veo varias cajas con el numero 1.0 y 1.2, espero que el cabrón paranoico esté en lo cierto.

?Claro que lo estoy y deja de preocuparte sin motivo, antes de que tú estómago empiece otra vez a joder?.

Termino de cargar las escopetas y de apilar munición en el mostrador, pero no se produce asalto alguno.

?No te alegres. Eso sólo puede significar, que planean algo?.

Puede que hayan encontrado a otra presa.

?Ya me dirás donde?.

En mi cara se esboza una sonrisa, cuando pienso cuan justo y poético sería, que ?el chatarrero? encontrase su final, bajo los colmillos de sus propias criaturas.

?No es probable?.

Pues no veo porque no. Si esos seres no están del todo descerebrados, no creo que recuerden con demasiado cariño, al tipo que les jodió.

?Por lo que sabemos de él, no es de los que corren riesgos. Dudo mucho, que haya liberado a esos seres, antes de ser capaz de controlarlos?.

¿Controlar a esos monstruos?.

?El que tú no puedas o sepas como hacer algo, no significa necesariamente que los demás no puedan. Según las leyendas, un vampiro puede controlar a otros más débiles?.

¿Y el chatarrero? es un vampiro?.

?Nos consta que tiene a Nicolai y que ha experimentado con su sangre?.

Un desagradable ardor de estómago, empieza a hacer, que desee no haberme dejado los antiácidos en mi huida. Pero me obligo a tranquilizarme. Después de todo, sólo se trata de conjeturas. Sea humano o vampiro, ahora mismo no puedo ocuparme de ?el chatarrero?. Mañana será otro día.

- ¡Socorro, me cogerá !.

La aguda voz de un niño, me llega junto a unos golpes al otro lado de la barricada.

?Eso responde a nuestra pregunta respecto a que es lo que traman?.

Pero eso carece de lógica. Puede que no estén tan descerebrados como los infectados, pero no imagino a esos seres utilizando a un crió como cebo.

?Puede que uno de ellos sea capaz de imitar su voz. Ya viste a tú amiguita Sonia?.

También puede que haya escapado de ese psicópata.

Empiezo a caminar en dirección a la improvisada barricada que levanté tras la puerta de entrada.

?¿Y como sabe que estás aquí?. Tiene que ser una trampa y sabes que lo es?.

Sólo quiero echar un vistazo.

Con un esfuerzo, retiro uno de los pesados armeros, que produce un rechinante sonido al ser arrastrado sobre el suelo.

?Aun en el mejor de los casos, ¿confiarías en él?. ¿Acaso ya has olvidado las jugarretas de Sonia?. Puede ser otro mini psicópata?.

Con un par de esfuerzos más, consigo retirar el pesado armario y puedo abrir la puerta unos centímetros. Lo suficiente como para poder ver lo que se está cociendo en la calle. No veo gran cosa aparte de la pequeña silueta de un niño. Sus ojos no brillan en la oscuridad.

?¡Eso no significa una mierda!?.

- Por favor señor ? dice la pequeña silueta que permanece inmóvil a un par de metros de la puerta -, no deje que vuelva a cogerme.

De un par de pasos, llego hasta el mostrador, cojo un par de bengalas químicas, vuelvo hasta la puerta, doblo un par de ellas y las arrojo fuera. La azulada luz alumbra a un niños pequeño harapiento y asustado. No se trata de un cuerpo con un magnetófono ni de un infectado.

?Pero aun y así, sabes que es una trampa?.

Puede ser.

- Levántate la camiseta ? ordeno.

El pequeño vacila, pero finalmente obedece. No parece llevar ninguna bomba adosada ni arma oculta. Por lo menos, no bajo la camiseta.

?Está demasiado tranquilo. Debería estar aterrorizado y intentando colarse por la rendija?.

Está claro que todo este asunto apesta. Pero los echos, son que tengo muchas preguntas y ninguna respuesta. Ese crío puede que tenga intención de joderme, pero no deja de ser un puto crió. Evaluo los pros y los contras de la situación.

?¡Ni se te ocurra!?.

- Muy bien, voy a abrir ? le digo.

?Te vas a arrepentir?.

Ya estoy acostumbrado a eso.

[Korvec]

Capítulo IX


?Los niños y los borrachos nunca mienten?

-- dicho popular --


No estoy demasiado seguro de si fue Jesús o Michael Jackson, el que dijo aquello de ?dejad que los niños se acerquen a mi?, pero lo que es yo, no me fío un pelo del crío que acabo de dejar entrar en mi improvisado refugio.

?¡Mátalo!, ¡este pequeño cabrón quiere joderte!?.

Puede ser, pero quizás sea mi única posibilidad de llegar hasta ?el chatarrero?.

?Esto no tiene que ver con ese hijoputa, lo que quieres, es rescatar a Nicolai?.

Observo al silencioso pequeño, que permanece silencioso y acurrucado en un rincón de la armería. Probablemente, tendrá alguna historia memorizada, con el fin de conducirme hacia alguna trampa. Pero sólo es un niño y no creo que sea difícil hacerle caer en contradicciones. Vuelvo a observar el exterior de la calle, aun iluminado por las luces químicas que arrojé al exterior. No es que espere ver la calle hirviente de esos escalofriantes seres, pero sigue oliéndome muy mal, el que no haya ni uno sólo a la vista, cuando sé de sobras que me tienen localizado.

?Te vigilan. Es como si se hubiesen contentado con acorralarte... para luego hacerte llegar a este grumetillo?.

En fin, esperando no creo que descubra nada, así que me acerco al pálido crió y le pregunto.

- ¿Así que te escapaste?.

El pequeño levanta una cara pálida, sobre la que destacan dos ojos de grandes dimensiones.

- ¿No va a preguntarme como me llamo?.

?No está asustado, ese niño no es normal?.

- No - respondo -, no me importan los nombres, sólo son etiquetas que utilizamos para referirnos a personas o cosas. A mi me interesan los hechos.

?Grumetillo?, como acabo de bautizarle mentalmente, asiente con la cabeza, pero sigue sin responder a mi pregunta.

- Usted no se fía de mi ? su voz es tan suave como fría y carente de emoción. Nada que ver con los gritos de auxilio de hace apenas un par de minutos -, pero me ha dejado entrar.

Aunque no formula la pregunta, sus ojos me miran fijamente en espera de una respuesta.

- Supongo ? me rasco la cabeza -, que no podía dejarte fuera.

Los labios de ?grumetillo?, se curvan formando una desagradable sonrisa, que no tiene nada de infantil. Durante apenas un segundo, tengo la sensación de que es un ser anciano y malvado el que sonríe. Su suave voz prosigue.

- ¿Entonces, nunca has abandonado a un niño a su suerte?.

Un escalofrió recorre mi espalda. De alguna forma, estoy seguro de que este niño conoce mis pecados.

?Está jugando contigo?.

Ha llegado la hora de poner las jodidas cartas sobre la mesa.

- Así es como están las cosas ? endurezco el tono de mi voz -, ahora te haré unas preguntas. Si las respuestas no me gustan, tú culo volverá a la calle.

La divertida y malévola expresión del niño, no varia un ápice cuando responde.

- Entonces ¿quieres la verdad o lo que te gustaría oír?.

- La verdad.

- No te gustará la verdad.

?¡¿Porqué seguimos perdiendo el tiempo con este pequeño monstruo?!?.

- ¿Cómo llegaste hasta aquí? ? pregunto.

- Vivía escondido en un pueblo vecino ? dice el pequeño adoptando de repente un inocente tono de voz -, me capturó un hombre malo, pero me escapé.

- Si fueras de un pueblo vecino hablarías en francés no en castellano.

- ¿Acaso tú me entenderías si te hablase en francés?.

?¡Esto es el puto colmo!?.

- ¡Eso no importa! ? intento bajar el tono de voz para añadir -. Quiero la verdad.

?Grumetillo? se pone en pie y ríe abiertamente. Me mira a los ojos y dice con una voz cargada de desprecio.

- ¿Pero si crees en esos cuentos como el del hijo del carpintero?. No me sorprende que Gabriel te haya escogido.

?¡Lo sabía!?.

¡Joder!. La imagen del arlequín que vi en tantas partes a lo largo del camino. Le agarro del cuello y le levanto a peso. Un niño normal, estaría ahogándose, pero este ser, parece más divertido que aterrado.

- ¡ ¿Quién eres?! ? pregunto dispuesto a obtener respuestas de una maldita vez - ¡ dime quien coño eres!.

- Me llaman discordia ? responde entre risas -, ya nos iremos conociendo.

?¡Discordia!?.

Tengo la certeza, de que ese nombre, si le dice algo al cabrón paranoico. Pero no tengo tiempo de pensar en ello, ya que se produce un radical cambio de expresión en el rostro del ?grumetillo? que de repente vuelve a parecer un simple niño aterrado y medio asfixiado.

?Elvis ha abandonado el edificio?.

Dejo al pequeño sobre el suelo, que se arrastra por el suelo, apartándose de mi como un ratoncillo asustado.

- Tranquilo ? digo tratando en vano de calmar al ahora histérico crió.

Un estridente rugido, me llega desde el exterior. Corro hacia la barricada y por desgracia, no tengo que forzar la vista en absoluto, para ver docenas de ojos brillantes en la oscuridad.

- ¡Joder!.

?Se acabó la tregua?.

De todos los rincones, parecen emerger oscuras siluetas de ojos incandescentes, que miran en mi dirección.

- Por cierto ? dice la voz de ?grumetillo? a mis espaldas -, para ser alguien que abandona a su chica en las garras de sus enemigos, me has parecido un tanto blandengue.

Me vuelvo sobresaltado y veo como el crió, que se encuentra ahora junto al mostrador de las armas, juguetea con un revolver de gran tamaño y vuelve a exhibir esa antinatural sonrisa. Pero son sus palabras, las que han provocado una frenética aceleración de mi pulso.

- ¿Te refieres a Marta?.

?¡No le escuches!. Ella está muerta?.

- La mantienen con vida ? dice el sonriente crió -, con la esperanza de atraparte cuando intentes su rescate.

?¡Miente!?.

Pero algo en mi interior, me dice que es verdad.

El sonido de gritos y de garras arañando muebles, me llega cada vez con mayor intensidad desde mi espalda.

- ¿Dónde la tienen? ? pregunto con desesperación -, ¡ habla!.

El niño da una risotada, antes de decir.

- Eso, tendrás que averiguarlo si sales de esta.

Sin dejar de reír, el niño se introduce el cañón del arma en la boca y aprieta el gatillo. La mayor parte de la parte posterior de su cabeza, decide abandonar la nave por la posta.

- Lo averiguaré ? digo aunque no creo que pueda oírme.

?Será mejor que ahora te preocupes de recibir a las visitas. Estó está a punto de convertirse en un puto remakee de Asalto a la comisaría del distrito 13?.

Eso no importa. Acabaré con ellos, saldré de esta y averiguaré donde la retienen. Ni el cielo ni el infierno, podrán evitarlo.

[Korvec]

Capítulo X



?El silencio es la música más hermosa?

-- El Santi --




Nunca me han gustado las discotecas. Luces de colorines, humo de tabaco, música demasiado alta y gente demasiado bebida. Entre la azulada luz química de las bengalas químicas, los fogonazos de mi arma, los gritos y las atronadoras detonaciones que retumban por el pequeño interior de la armería torturando mis oídos, casi me siento como dentro de una.

?Pues ándate con ojo, porque esos no quieren bailar pegados precisamente?.

La mayor parte de la barricada que monté frente a la puerta de entrada, ya está por los suelos junto a los cuerpos de los primeros asaltantes. De ser personas con dos dedos de frente, ya se habrían retirado, pero está claro, que su pellejo no parece importarles una mierda y que están decididos a hincarle el diente al mío. Lo cual, es una mala combinación.

Un tipo de aspecto magrebí vestido con un chándal de color naranja, emerge por la brecha en la barricada, acciono la corredera de la escopeta y disparo. El proyectil hace que la mayor parte de su estómago, salga por la espalda y le detiene brevemente, pero no parece echar demasiado de menos la víscera.

?Ese tío no tiene estómago para esto?.

Acciono la corredera tres veces en rápida sucesión, mientras disparo. Creo que la he accionado demasiado rápido y he expulsado incluso un cartucho sin disparar, pero la cabeza del tipo del chándal, se convierte en pulpa. Una mujer de sucio cabello rubio ocupa su lugar, disparo y su cuello parece explotar, el cuerpo queda prácticamente decapitado, apenas un ridículo colgajo de piel y carne, es todo lo que une la cabeza con el cuerpo, que cae como si de una muñeca de grandes dimensiones se tratara, pero otro cacho de carne con ojos brillantes, se prepara para ocupar su lugar.

Si apoyo el arma en el hombro y apunto, es casi imposible que falle a esta distancia, lo malo, es que no llevo ni media hora de tiroteo y ya debo de tener un morado en el hombro, de tamaño descomunal.

?Debiste aprovechar para buscar una toalla o algo para proteger la zona. ¿Acaso pensaste que te darían respiro??.

Reconozco que no pensé que fuesen tantos ni el ataque tan suicida. Ya debo haber eliminado a tres docenas de ellos ¿cuántos pueden ser?.

?Hazte a la idea de que no van a terminarse?.

Dejo caer la vacía escopeta al suelo y cojo la siguiente del mostrador. Ya sólo quedan tres más.

?Asume que no tendrás tiempo para recargar. Hay que pensar en retirarse?.

La única retirada posible, es hacia la trastienda que es una ratonera aun más pequeña que esta. Tengo que pararlos aquí.

Disparo contra la rodilla de un asaltante talla XXL, el tipo se derrumba obstaculizando el hueco y yo aprovecho, para introducir cartuchos en la escopeta.

El tipo avanza reptando, apoyo el arma en mi ya muy lastimado hombro y disparo. Su cabeza estalla con un sonido húmedo.

El dolor de mi hombro es ahora realmente insoportable. Tendré que continuar disparando desde la cadera. Esa es una posición mucho menos precisa, que no me permitirá apuntar. Pero es lo que hay.

El enorme cuerpo es arrastrado hacia el exterior. Aprovecho para introducir cartuchos en la escopeta, pero antes de que haya podido meter el tercero, ha vuelto a reanudarse el asalto, disparo desde la cadera hasta vaciar también esta escopeta, mientras la suelto y agarro la siguiente, uno consigue entrar en la tienda. Se trata de un sujeto de aspecto frágil y esquelético pero tremendamente rápido.

?¡Mata a ese puto cabrón!?.

Abro fuego y el disparo de escopeta, prácticamente le arranca un brazo, pero el llega junto al mostrador y agarra con su única mano, el cañón de la escopeta Veo como un segundo ser de ojos brillantes, atraviesa la maltrecha barricada. Cierro los ojos para no salpicármelos y abro fuego a quemarropa. Un líquido frío me salpica la cara mientras la escopeta me es arrancada de las manos.

?¡Retirada!?.

- Mierda.

Abro los ojos, los maltrechos restos del tipo esquelético, se retuercen en el suelo víctima de violentas convulsiones, sin soltar la escopeta. Ese probablemente ya no va a dar más guerra a corto plazo, lo malo, es que ya tengo encima a un tipo enorme que viste los restos de un pijama de ositos, una mujer de oscuro cabello rojizo, está emergiendo también por la brecha. El cabrón tiene razón, si me quedo aquí no duraré ni dos minutos.

Empuñando el revolver del tres cincuenta y siente, disparo dos veces contra el tipo del pijama de ositos, las balas le frenan lo suficiente, como para darme tiempo de agarrar una de las últimas escopetas cargadas con la mano izquierda. Me doy la vuelta y entro en la pequeña y oscura trastienda. Cierro la puerta a mis espaldas y echo un pestillo, que me parece ridículamente pequeño.

?Otra vez en una ratonera?.

Miro mi reloj, son las cuatro y cuarto de la madrugada, hora zulú.

?Lo que en cristiano, significa que faltan casi cuatro horas para que amanezca?.

Algo pesado, parece estrellarse contra la puerta.

?Esto me suena?.

Lo malo, es que esta vez no hay salida, estoy atrapado a oscuras en una ratonera sin salida.

?¿Ya te das por vencido?. ¿Qué se hizo del : voy a salir de esta y rescatar a mi chica con voz de Jhon Wayne??.

Ese sigue siendo el plan pero...

?¡Nada de putos peros!. ¡Nada de rajarse cuando las cosas se ponen jodidas!. ¿Quieres salir de esta??.

Por supuesto.

El sonido de madera astillándose, empieza a ganar intensidad, por enésima vez, la puerta no aguantará mucho más.

?Tengo un plan?.

Como en anteriores ocasiones, el plan se forma casi al instante en mi mente. Extraigo una luz química de mi bolsillo y la doblo. Gracias a ella, no tardo en localizar el enorme armario metálico donde se almacenan cajas de pólvora para recarga, junto a innumerables cajas de munición de todo tipo de armas y calibres. Pero lo que observo con mayor inquietud, es la chapa del armario, ya que en ella estará la clave para mi supervivencia.

- Mierda, me parece demasiado fina ? añado entre dientes - ¿a esta mierda le llaman armario de seguridad?.

La azulada luz de la bengala química, muestra una pálida mano atravesando la puerta.

- ¡Santa rajadura!.

?¡Deprisa carajo!?.

- A la mierda.

Total, puestos a reventar igual, prefiero hacerlo llevándome por delante a todos los hijos de puta que pueda. Con el brazo barro el contenido del interior del armario y arrojo en dirección a la puerta, cajas y cajas de munición.

El boquete de la puerta se agranda y aparece un rostro de ojos brillantes, que me hace pensar en un macabro trofeo de caza colgado de una pared. Ignorando la tentación de volarle los sesos, me contento con arrojarle un puñado de cajas de munición de fusil.

?¡Continua!?.

Sigo haciendo volar el contenido del metálico armario en dirección a la puerta, mientras el rostro se retira del boquete, para ser substituido por un brazo, que parece buscar el pestillo.

?Y parecían tontos?.

Arranco las baldas y también las arranco. La pálida mano, se encuentra cerca del pestillo, pero no termina de encontrarlo.

?Ha llegado la hora de la verdad?.

- Espero que esta mierda funcione.

Abro una de las cajas de pólvora y vació su contenido sobre el desordenado montón de cajas de municiones, luego hago un reguero hasta el pesado armario y cojo el mechero con el que no hace tanto, encendí los hornillos para prepararme un sucedáneo de baño caliente.

?Esto si que va a ponerse caliente para ellos?.

Entro en el gran armario, con la sensación de hacerlo en un ataúd de metal.

La mano da finalmente con el cerrojo pero no parece acertar a accionarlo. Acciono el mechero, pero el pequeño cabrón, parece negarse a funcionar.

?¡Enciende esa mierda de una puta vez!?.

Tiro el mechero y cojo la escopeta. Apunto el cañón al oscuro reguero y espero con el corazón acelerado.

- ¡Vamos! ? grito -. Abrid esa puerta de una puta vez panda de maricas culo pálidos.

Bien azuzada por mis gritos, bien porque finalmente suena la flauta, la pálida extremidad acierta por fin a descorrer el pasador. Disparo y cierro las metálicas puertas. Mi última visión antes de sumirme en la oscuridad sepulcral de mi metálico encierro, es la del reguero de pólvora avanzando a toda velocidad. La suerte esta echada.

?Será mejor, que te tapes los oídos. Esta trastienda es muy pequeña?.

Pero el tiempo transcurre y el único sonido que me llega, es el de arañazos sobre la metálica superficie de metal. Así, que agarro las barras que accionan la cerradura.

¿Lo habrán apagado?.
Se producen una serie de pequeñas detonaciones y tengo la sensación de que un grupo de niños, se dedican a arrojar piedras contra las hojas de metal.

?No, no lo han apagado, pero... quizás no debimos apilar tantas cajas de pólvora?.

La pólvora al aire libre se inflama pero no explota ¿no?.

"Si la esparces sí, pero no abriste las cajas".

No hubo tiempo para...

Algo explota, las hojas de metal se abollan, vomito, el mundo se tambalea y tengo la sensación de caer de espaldas. Mi cabeza se golpea violentamente contra algo mucho más duro que ella, todo parece quedar en silencio. Ya era hora.

[Korvec]

Capítulo XI


?Teta y sopa no caben en la boca?

-- Refrán Popular ?



Nunca he sido demasiado amigo de la playa, entre otras cosas, por culpa de la arena. Este rojizo desierto, parece contar con algunos de los peores inconvenientes playeros y ni una sola de sus ventajas. ¿Será esto el infierno?. Por su aspecto, supongo que bien podría serlo, aunque los he visto peores.

- Ya iba siendo hora, de tener otra de nuestras charlas..

Aunque el que me habla es ni más ni menos que David Carradine, caracterizado como Kwai Chang Caine, el célebre monje de la serie Kung-Fu, su voz pertenece a Gabriel. Por lo menos, esta vez no tiene alas.

- Marta está viva ? afirmo.

Su expresión no se inmuta lo más mínimo al responder:

- Nunca he dicho lo contrario.

Su respuesta me enfurece. Pero estoy más ansioso de obtener información, que de partirle las piernas.

- ¿Dónde la tienen?.

- En un lugar inexpugnable.

La evasiva respuesta, no contribuye a calmar mis ánimos.

- Creía que ella era una pieza importante para tus planes.

- Ya cumplió su cometido ? el onírico interlocutor, se quita lentamente el sombrero -, esto no es un cuento de hadas.

?Follacamas?, ?Nicolai?, ?Marta? o incluso yo mismo, no somos más que piezas que otros mueven a su antojo. Nos impulsan con sus medias verdades y sus jueguecitos sádicos en la dirección que les interesa. No me cabe duda de que no paso de ser un mero peón y aunque eso no minimiza mis ansias de acabar con ?el líder?, no tengo intención de bailar ciegamente al son que me toquen.

- Pienso rescatarla con o sin tú ayuda.

Supongo que Gabriel intentará ahora disuadirme con alguna amenaza..

- ¿Y aun en el caso de que lo consiguieras? ? pregunta con una curiosidad que supongo más fingida que genuina -, ¿llevarla contigo? ? ahora se carcajea como nunca vi hacer a David Carradine -. ¡Si eres una jodida diana con patas!.

- No ? respondo con firmeza -, la dejaría en algún lugar seguro.

- ¿Cómo cuál?.

- Como el refugio donde envié a ?Anestesia?... no sé, donde sea, pero desde luego, no puedo dejarla en poder de ?el culto?.

- No se atreverán a hacerle daño ? explica con tono de profesor de primaria -, no al menos, mientras tú sigas vivo. Es su as en la manga, su carta de te libras de la cárcel, algo muy valioso. Está más segura con ellos que contigo.

- Por eso mismo ? razono en voz alta -, no puedo ir en serio contra ?el culto? mientras me tengan cogido por los huevos.

Las cartas de ambos están sobre la mesa. La diferencia, es que Gabriel sabe donde la tienen y yo no. Me siento como si estuviese jugando al tenis con una sartén por raqueta.

- El rescate es inviable ahora mismo ? dice David Carradine con aire meditabundo -, aunque quizás... es arriesgado, pero puede haber una forma...

Sus palabras abren una puerta a la esperanza. Pero no puedo decir que me fíe un pelo de él. En cualquier caso, si su rocambolesco plan, sirve para averiguar donde tienen a Marta retenida, le seguiré el juego... al menos por ahora. Después de todo, ambos compartimos intereses comunes.

- ¿Qué o quién es Discordia? ? pregunto aprovechando la aparente buena disposición de Gabriel.

Kwai Chan, parece ahora casi sorprendido. Durante unos segundos, se limita a observarme en silencio. Como él no responde, añado:

- Me consta que no es aliado de el culto. Aun recuerdo como reaccionaron al encontrar en mi poder aquella extraña cajetilla de cerillas.

- No es aliado de nadie ? responde Gabriel.

- ¿Entonces que es lo que quiere?.

- El caos. Casi todas las religiones y cultos, se basan en algún tipo de jerarquía, en cierto... orden. Sus servidores ? continua el monje -, adoran el caos, ya que sólo en medio de él, pueden dar rienda suelta a sus más oscuros deseos y fantasías.

Esa descripción, encaja a la perfección con ?el chatarrero?. Siempre hay dementes que se las apañan para cometer sus crímenes en medio de la sociedad, pero tal como están ahora las cosas, ese sádico enfermizo, está en toda su salsa, el mundo es ahora un gran parque de atracciones para él
- Él, o uno de sus seguidores ? explico -, alguien al que llaman ?el chatarrero?, parece haberla tomado conmigo y ahora, no sé como, ha conseguido hacerse con los restos de Nicolai y creado un nuevo tipo de infección.

- Debiste incinerar los restos de tu amigo ? explica el monje shaolin -, no es raro que lo encontrasen, te ha estado siguiendo desde hace mucho tiempo. Desde antes incluso, de nuestro primer encuentro.

Recuerdo entonces al encargado de aquel motel de carreteras. Recuerdo la sensación de que nos hubiesen puesto la escapada en bandeja.

- Nos dejaron escapar ? digo en voz alta.

- Al matar a uno de los neurólogos ? explica Gabriel que parece tener todas las respuestas ? y dejar al otro fuera de juego, no era posible operar tu cerebro, cuando descubrieron, que alguien había filtrado tú ubicación, optaron por dejarte escapar. El agente de Discordia es hábil e inteligente, ha estado cerca de ti desde el principio y tú ni siquiera le recuerdas.

- Entonces ¿el chatarrero estaba allí?.

No termino de creérmelo, es demasiada casualidad, pero todo parece encajar a la perfección. Es más que obvio, que nos permitieron la huida, tampoco deja de ser extraño, que fuese quien fuese, el que mutiló al encargado de la pensión nos encontrase tan pronto, a menos que estuviese siguiéndonos.

- Te aseguro ? mi interlocutor se sacude el polvo de las ropas sin dejar de hablar -, que le reconocerás cuando le veas... ya perdonaste su vida en otra ocasión.


¿Qué ya le perdoné la vida?. ¿Quién puede ser?.

- ¿Dónde le encontraré? ? pregunto levantando la voz.

- En el instituto Pasteur, había un científico que había conseguido importantes avances en el estudio de la plaga. Se dice, que incluso podría haber conseguido desarrollar una vacuna.

- Algo escuché al respecto.

- No sólo tú. Son muchos los que andan perdiendo el culo buscando a ese hombre. Militares de varios países, el culto y por supuesto Discordia. Si le encuentras, probablemente el culto aceptará organizar un intercambio.

El intercambio está claro, Marta por ese tipo. Pero ¿puedo permitir que el culto se apodere de ese hombre?.

- Por supuesto, ellos jugaran sucio? el monje me da ahora la espalda y empieza a caminar en dirección al sol -, intentarán mataros a todos durante el intercambio.

- Supongo que es lógico.

- Pero también es muy probable, que su líder quiera estar allí para comprobar en personalmente, que ya no tiene nada que temer. Ten en cuenta, que él no puede morir.

Lo que dicho de otro modo, ese intercambio sería algo así como un ?todo o nada?.

Gabriel termina de alejarse, hacia la puesta de sol, mientras un fuerte y desagradable hedor como a perro mojado achicharrado, empieza a ganar intensidad.

Abro los ojos para encontrar sólo oscuridad.

?Suerte que no se tumbó frontalmente o estarías atrapado para siempre?.

Recuerdo. El armario metálico debió tumbarse por la tremenda explosión. ¿qué me encontraré fuera?.

?Por lo pronto no parece que nadie esté arañando ni golpeando contra las puertas metálicas?.

Tanteo y encuentro la escopeta.

?Es como la mastercard, no salgas sin ella?.

Empujo, mi hombro arde de dolor y siento nauseas, por no hablar del desagradable olor a quemado.

?Empujando no abrirás esto. Busca el mecanismo?.

Encuentro las barras se encargan de cerrar la puerta y las sigo hasta dar con el mecanismo de cierre y por fin consigo abrir las abolladas puertas.

El interior de la trastienda, parece zona de guerra. La tenue luz del sol, ilumina los rotos restos de mis atacantes. Un reguero de sangre, me indica el rincón, donde un ser que ha perdido ambas piernas, se refugia de la luz del sol.

?Aunque recibieron una buena tunda, fueron muchos los que escaparon?.

Acciono la corredera de la escopeta y disparo contra la cabeza del mutilado ser.

No tengo tiempo ni ganas para andar buscándolos uno por uno.

?¿Piensas marcharte sin más??.

El malnacido que infectó a estos, bien podrá infectar a otros. Pero no, no pienso marcharme sin más.

?¿Entonces??.

Cogeremos algunas cosas y quemaremos la puta ciudad. No creo que el zombificado cuerpo de bomberos, pueda hacer gran cosa para evitar su propagación.

?Nada como empezar el día con una buena barbacoa?.

[Korvec]

Capítulo XII


?¿Donde vas caperucita con esa cestita??

-- El Lobo Feróz --


El cielo es una curiosa sopa de tonos plomizo anaranjados. El escaso brillo del sol que amenaza con volver a ocultarse por el oeste, rivaliza con el fulgor de la ciudad en llamas, que dejo a mis espaldas.

?No mires atrás, no sea que vayas a convertirte en estatua de sal?.

Incendiar una ciudad, no es tan difícil, cuando ya no existe cuerpo de bomberos, tienes a tu disposición todo tipo de productos inflamables y sabes como utilizarlos. Pero aun y así, la recogida de suministros y el incendio de la ciudad, me ha llevado casi todo el día y obligado a utilizar vehículos para no perecer en medio de las llamas.

?Te dije que lo del vehículo era buena idea?.

Sigue sin gustarme un pelo. Pero me guste o no, ahora me encuentro en una carrera que no puedo permitirme perder. A bordo de una flamante furgoneta de color blanco, cargada hasta las trancas de armas y suministros, me dirijo, lo más rápidamente posible en dirección a París, hacia el instituto Pasteur, en busca de alguna pista de a quien tengo que buscar y por donde empezar dicha búsqueda. Lo peor del caso, es que me consta que no soy el único que le busca y que esa ciudad, por lo menos hace un par de meses, era zona de guerra.

?¿Crees que el incendio habrá terminado con la vampizorrita??.

Lo dudo mucho. Sonia siempre ha sido como una gonorrea mal curada. Por mucho que creas que no volverá a darte por el culo, siempre se las apaña para reaparecer.

En vida era veneno y no creo que su última experiencia de infección y resurrección, la haya echo mejorar.

?Sea quien sea el chatarrero, se ha tomado muchas molestias?.

Cierto. Por suerte, no parece que esos seres puedan infectar a los muertos vivientes.

?Puede que esa variedad, sólo contagie a seres vivos o muertos relativamente recientes que no hayan sido infectados por la otra variedad. También es posible, que carezcan totalmente de posibilidad de propagarse?.

Sólo ?el chatarrero? lo sabe. Lo que me hace pensar, que ya sospecho de quien puede tratarse.

?Sí, sin duda ese bastardo, cuenta con los medios y la tecnología necesaria para crear esta mierda?.

Aunque no le menciona, ambos sabemos que nos referimos a ?Calvorota?, me consta que contaba con conocimientos médicos y acceso a todo tipo de tecnología. Quizás puso algún tipo de localizador en el vehículo con el que nos fugamos de su base. Ese malnacido, es perfectamente capaz de jugar a dos bandas.

?Debiste matarlo en su momento?.

Lo no echo, por hacer queda. Ahora es inútil lamentarse por ello.

De todos modos y a pesar de que todos los indicios, parecen apuntar en su dirección, sigue habiendo algo que no me encaja en todo este asunto.

Centro mi atención en la carretera. El camino que he tardado tanto tiempo en recorrer a pie, es desandado a toda velocidad por la furgoneta, aunque no podré entrar con ella a Paris.

Durante todo este tiempo, me he movido evitando las grandes ciudades y Paris no sólo es enorme, sino que está rodeado de otras ciudades y lo que es aun peor, toda ese terreno, hace tiempo que es zona de guerra. Por si fuera poco, no tengo ni idea de donde se encuentra el puerco instituto Pasteur de marras.

?Lo mejor será una inserción nocturna por el río. Busca una zona tranquila donde ocultar la furgo y consigue una zodiac o similar?.

Claro ¿y como distingo el Sena del Ródano?. Yo no sé una mierda de la geografía francesa.

?Para eso están los mapas de carreteras. No te ahogues en un baso de agua. Cuando descubras en que carretera estamos, abre uno de los mapas de carretera, busca el Sena y algún pueblecito o villorrio. No debería ser tan difícil?.

Si algo he aprendido en las últimas semanas, es que ahora, nada es fácil.

?No seas tan pesimista. Si el pueblo ha sido evacuado o mejor aun muerto, eso será coser y cantar?.

Sí y si está lleno de supervivientes desesperados por la necesidad y enloquecidos por el miedo o peor aun, por una de esas comunas de ?el culto?, eso será más bien ?suturar y gritar?.

?Mientras no seas tú el autor de los gritos, eso no debería preocuparte?.

Cierto. Pero el ardor de mi estómago, me recuerda, que ya va siendo hora de tomarme otro almax. Un indicador lateral, me informa que poco más adelante, hay un área de servicio para pitanzas y piltradas. Reduzco la velocidad para esquivar un par de vehículos siniestrados y al girar una curva, me topo de morros con lo que parece un control de carreteras militar. Un carro de combate AMX Leclerc, se encuentran cruzado en medio de la carretera. Piso a fondo los frenos y la furgometa, se detiene a menos de dos metros de la punta del enorme cañón de 120 mm.

?¡Mierda!?.

Comprendo demasiado tarde, que los vehículos siniestrados, están para obligar a reducir la velocidad.

- ¡Joder! ? exclamo -, por eso no quería utilizar un vehículo.

Varios tipos vestidos con uniformes del ejercito francés, se acercan sin dejar de apuntarme con sus armas.

?Bueno, por lo menos no han disparado primero y preguntado después. Eso siempre es buena señal?.

Claro. Seguro que en cuanto registren el vehículo, me darán unas palmaditas en la espalda y me dejaran continuar.

Mi francés anda un tanto oxidado, pero creo entender que me gritan algo como ?baisser? y palabras como ?con? y ?salopard?.

?Sospecho, que te están invitando a bajar?.

No es que tenga muchas opciones, aparte del carro de combate, veo también un vehículo Renault Bav en un lateral y un nido de ametralladoras fortificado con sacos terreros al otro lado, que también apunta en mi dirección.

Abro la puerta y bajo con las manos sobre la cabeza preguntando algo que suena remotamente como.

- ¿Somuan espik inglis?.

Un tipo que debe hacer como un mes desde que utilizó por última vez una cuchilla de afeitar, responde en un castellano con fuerte acento francés.

- ¿Eres español?.

?¡Genial!, extranjero, con un vehículo cargado de armas y con menos papeles que una liebre. ¿Cuál crees que será su política para los casos de saqueo??.

Para mi sorpresa y a pesar de que llevo armas visibles a simple vista, no soy desarmado ni registrado. Dos hombres, pasan por mi lado y centran su atención en la carga del vehículo.

- Sí ? respondo no muy convencido.

- ¿Qué le trae por aquí? ? pregunta con un tono casual, que en nada se corresponde a su glaciar tono de voz.

?Nada importante. Aparte de saquear e incendiar ciudades, secuestrar a uno de sus prestigiosos científicos, para negociar un canje?.

- Turismo ? respondo.

Los dos hombres regresan después de finalizar el registro del vehículo. Supongo que ahora las cosas se pondrán feas.

- Puede proseguir ? responde con la misma frialdad -, en cuanto pague el peaje.


Veo como tres militares, descargan varias cajas principalmente de comida y medicamentos. No parece en absoluto interesados en las armas y la munición.

Guardo silencio mientras terminan de tomar su tajada.

?Ya puedes hacerlo. Podrían matarte y quedarse con todo si quisieran?.

Supongo que no son de ese tipo. Si los militares aun controlan las carreteras, supongo que las cosas no están tan mal como suponía.

- Por las noticias, decían que París era zona de guerra.

- ¿Guerra? ? el militar mueve la cabeza a izquierda y derecha -, eso implica dos bandos en lucha. A partir de hay delante ? su dedo señala hacia la carretera -, sólo hay caos.

- ¿Y su unidad superior?.

- Hace más de un mes que abandonamos nuestra posición.

?Esto es cada vez más raro?.

- Pero alguien les ordenaría controlar esta carretera.

- Nos queda poco combustible.

?Déjate de preguntas y márchate mientras puedas?.

- ¿Puedo marcharme ya?.

- Vaya ? dice -, márchese al infierno.

Subo a la furgoneta, meto la marcha atrás para separarme un poco del carro combate antes de rodearlo. Dedico una última mirada a los hombres que empiezan a repartir las latas de comida que hasta hace poco eran mías.

No les falta razón. Un lugar es tan bueno como cualquier otro, cuando no tienes a donde ir.

[Korvec]

Capítulo XIII


?No se hizo la morcilla extra para la boca de esparki?

-- El Santi--


Conduzco durante un par de horas por una carretera, cada vez más llena de obstáculos. Algunos, como los vehículos siniestrados o los cadáveres ambulantes, son algo normal. Otros, como lo que parece un impacto de obús en medio de la calzada, árboles y postes caídos o rocas que se han desprendido de alguna ladera, me resultan más curiosos que aparatosos. Pero lo que me ha dejado perplejo haciéndome detener el vehículo, ha sido el encontrarme con los restos de un helicóptero siniestrado, justo en medio de la carretera.

?¿Qué crees que es más raro, el que lo hayan derribado o el que haya ido a caer justo en medio del asfalto?.

Puede que le alcanzasen con algún tipo de arma en el rotor y que el piloto intentara una autorrotación en la carretera. No es algo tan descabellado, viendo las espesas arboledas a ambos lados de la asfaltada vía. Me quito el sombrero forrado de papel de aluminio. No noto ningún zumbido extraño en la cabeza. Buena señal.

Agarro una de las escopetas de la parte de atrás del vehículo y una caja de cartuchos. Cargo el arma, introduzco el resto de munición en los bolsillos de mis chaqueta y abro la puerta de la furgoneta.

?Ándate con ojo. El helicóptero no está muy estropeado. Es probable que haya supervivientes y que estos no anden lejos. Tal como está el patio últimamente, más vale prevenir que palmar?.

No le falta razón. Bajo del vehículo y cierro la puerta a mis espaldas. La temperatura parece haber descendido un poco. Huele a plástico quemado y carne putrefacta, pero el lugar permanece silencioso, quizás demasiado.

?Si te acercas, puede que encuentres algún ave carroñera o similar?.

Continuar el camino va a ser complicado. Por el lateral izquierdo, discurre una enorme zanja que no creo que la furgoneta pueda cruzar. El derecho es un roquedal. Supongo que mis opciones, son o despejar el lateral de rocas o apartar el helicóptero siniestrado. Quizás si amarro esa chatarra a la furgo y meto la marcha atrás, consiga moverlo lo suficiente como para poder pasar.

?Adivina quien olvido carga con algo tan básico como una cuerda?.

- ¡Joder! ? exclamo contrariado.

Hice acopio de comida, medicamentos armas, pilas, herramientas,... y me olvido de algo tan simple como una cuerda.

?No desesperes. Puede que encuentres alguna dentro del helicóptero?.

Cosas más difíciles se han visto. Las puerta corredera, no se abre por este lado, así que rodeo por el extremo de la cola y llego al otro lado del aparto siniestrado.

No veo en el fuselaje, la menor señal del impacto de misiles o balas.

?Eso descarta el derribo. Puede se tratase de una avería o que se les terminase el combustible?.

Piso algo blando y bajo la vista. Una mano putrefacta y cortada a la altura del antebrazo, aun sostiene una pistola. El corte es bastante limpio, lo que me hace pensar que ha sido echo de un solo golpe con algún instrumento afilado. Un par de verdosas moscas, se elevan zumbando pero no se marchan demasiado lejos.

?Hubo supervivientes, pero fueron atacados?.

Eso parece. Abro la puerta corrediza y veo el interior del aparato. El lugar está generosamente decorado con machas de sangre seca, pero no encuentro ni un solo cuerpo.

?Bueno, eso no es tan raro. Ya sabes que los fiambre, últimamente tienen la molesta costumbre de echar a andar?.

¿Y de cerrar la puerta tras de si?. No lo creo. Alguién les atacó. El interior del aparato, no parece haber sido saqueado en absoluto. Veo la caja de color naranja chillón de un botiquín, un par de fusiles de asalto M-4, casquillos de bala, de diversos calibres y hasta unas gafas de visión nocturna dentro de su funda correspondiente.

?¿Quién viajaría aquí?. El vehículo es sin duda un modelo militar, pero el ejército español utiliza el G-36 y el francés el FAMAS. Aparte, el suelo está lleno de casquillos, pero no hay ni un solo agujero de baja en el fuselaje y lo más raro. ¿Si alguien les atacó, porque dejaría aquí todo este armamento y equipo??.

Investigar el asunto, puede resultar de lo más apasionante. Pero dudo que lo que descubriese fuese de mi gusto. Así que me limito a coger las gafas de visión nocturna, que estoy seguro me serán de gran utilidad y me dispongo a seguir buscando una cuerda o similar, cuando el conocido sonido del motor de mi furgoneta al ser arrancado me sobresalta.

?¡Dejaste las llaves puestas en el contacto jodido gilipollas!?.

A toda prisa rodeo el aparato, con las gafas de visión nocturna en una mano y la escopeta en la otra. Lo que me encuentro, es algo tan sorprendente como perturbador.

Mientras mi vehículo se mueve lentamente marcha atrás , una silenciosa multitud que parece un cruce entre los paletos de ?Deliverance? y el muñeco ?Macario? de Jose Luis Moreno, tienen la vista clavada en mi.

?¿De donde coño han salido estos??.

Por lo menos no son infectados. Probablemente, sólo se trate de gente hambrienta y desesperada. No creo que sea tan difícil razonar con ellos. No me importa renunciar al contenido de la furgoneta. Puedo apañármelas para conseguir más suministros. Dejo la escopeta en el suelo en un gesto que espero les resulte tranquilizador y digo algo que suena remotamente parecido a :

- Bonjour monamis.

?Esa mano cortada a la altura del antebrazo... creo que fue cortada con una guadaña?.

Una desagradable sensación en mi estómago, me recuerda que los almax están con el resto de medicamentos en la furgoneta que ya he perdido de vista. Varios tipos vestidos con pantalones de pana y botas altas, se adelantan mientras unos cerdos que parecen estar lejanamente emparentados con los osos y los cocodrilos, tensan las correas con las que los llevan sujetos, como si se tratase de perros de caza. Varios gárrulos, sostienen guadañas y demás instrumentos similares. Pero me preocupan más, otros pocos que empuñan escopetas de caza. Los porcinos animales, a pesar de sus reiterados esfuerzos por liberarse, siguen sin emitir el menor sonido.

?Les han cortado las cuerdas vocales?.

¿Para que rayos llevaran a esos cerdos?.

?Serán buscadores de trufas. El olfato de esos animales tiene poco que envidiar al de los esparkis?.

Puede ser, pero sospecho, que no andan buscando trufas. Miro de reojo la escopeta que dejé en el suelo, pero descarto hacer el menor movimiento en su dirección. Son demasiados.

?Tu única posibilidad es meterte en el bosque?.

Calculo unos sesenta metros desde donde me encuentro hasta los árboles. Eso significa más de diez segundos de carrera. Demasiado tiempo, tendré que rodear el helicóptero para evitar que me disparen.

Doy un paso hacia atrás mientras chapurreo en mi más que lamentable pseudofrancés.

- Je sui tres desolé, mais je tenez que departurer tout de suit y tal.

?Eso es tener don de lenguas y lo demás son tonterías?.

Por desgracia, ese grupo de eslabones perdidos entre el buscador de trufas y la vieja desdentada que vaciaba en una zanja la cesta de cabezas gillotinadas, no parecen opinar de igual modo y con gran regocijo por su parte, sueltan a los puercos, que se lanzan en mi persecución como si fuese un saco lleno de bellotas.

?Y eso don de gentes?.

Rodeo el helicóptero y corro cual gitano perseguido por la mismísima benemérita. A pesar de su pesado aspecto, los puercos corren a respetable velocidad.

?¿Quién necesita toros para los San Fermines teniendo puercos??.

Procedente de mi espalda, me llegan ahora gritos de regocijo. Supongo que el aburrimiento es muy malo. Sin dejar de correr, me las apaño para maldecir:

- ¡Bastardos!, ¡ malditos tarados bastardos!.

Con la carrera, pierdo el sombrero, pero no me paro ni me doy la vuelta. Después de todo, no parece que vaya a necesitarlo por aquí.

?Estos tipos no parecen cultistas?.

No, pero eso no significa que no estén como una jodida chota. Puedo entender, que la desesperación les haya llevado a robar, pero no hay necesidad de esto.

?Puede que no quieran dejar testigos?.

¿Y a quien iba a denunciarles?. La ley y el orden, son ahora meras palabras en una de las muchas páginas de un diccionario, que algún bastardo estará usando para limpiar su ulceroso ojete.

?También puede que hayan desarrollado cierta xenofobia?.

Claro o también puede que no les guste la programación de la tele y que la falta de electricidad les haya dejado sin videoconsolas, pero ninguno de esos puedes, justifica este comportamiento de psicópata.

?No eres el más apropiado para juzgar el estado mental de los demás?.

¿Por qué no?. ¿Nunca oíste aquello de que uno siempre reconoce a los de su condición?.

Llego hasta los árboles y me adentro entre su espesura. Eso significa, que al menos por el momento, estoy a salvo de sus disparos. Sus cerdos, tienen un respetable sprint, pero poco a poco han ido quedando atrás. Aunque nunca he sido muy rápido, tanto correr ha terminado por dar sus frutos.

?Bueno. ¿Y cual es el plan??.

Esta chusma vivirá en algún poblado o aldea. Lo encontraré, me esconderé hasta que anochezca y utilizando las gafas de visión nocturna, me infiltraré y recuperaré el vehículo.

?No parece mal plan. Pero... ¿no sería más fácil seguir hasta el siguiente pueblo, ciudad o aldea y simplemente, conseguir otro vehículo?. De todos modos, la carretera sigue estando cortada y te recuerdo y aun tenemos que conseguir una barcaza para llegar a París?.

Sí, eso sería lo más sensato.

?¿Entonces??.

Pero no sabemos a que distancia puede estar eso y lo que es peor, no creo que abandonen mi caza tan fácilmente. Si sigo por la carretera no tardarán en encontrarme y campo a través, perdería demasiado tiempo.

?Está bien. Pero nada de vendettas ni enfrentamientos. Entrar, coger el vehículo y largarse?.

Por supuesto. Será algo rápido y fácil. Después de todo ¿qué puede salir mal?.

[Korvec]

Capítulo XIV



?Para que considere la caza como práctica deportiva,
tanto el cazador como el cazado, deben encontrarse en igualdad de condiciones?

-- El Santi--


No es que esperara que localizar el oscuro agujero, donde esta panda de porcinos paletos endogámicos gabachos, se esconden para meneársela, fuera a resultar una tarea sencilla. Pero estoy empezando a pensar, que no voy a encontrarla. Los cerdos que utilizan para seguirme el rastro, quizás no tengan tanta resistencia física ni velocidad como los esparkis, pero el cabrón paranoico, parece estar totalmente en lo cierto con respecto a su olfato. Llevo dos horas moviéndome en medio de este espeso bosque y me consta que aun me pisan los talones.

?¡Quieto!?.

Me detengo.

¿Qué pasa?.

?¿Es que no ves ese puerco harapo colgando del árbol??.

En efecto, un infecto trapo cuelga de una rama a un par de metros sobre mi cabeza.

Sólo son un grupo de paletos, no guerrilleros de las FARC ni nada por el estilo. Pero por si acaso, examino cuidadosamente el suelo bajo el harapo y no tardo en localizar un feo cepo de grandes dimensiones.

- Que hijos de puta ? murmuro entre dientes.

Parece que el dicho: ?cuando veas algo colgado arriba, mira hacia abajo?, sigue siendo totalmente válido.

?Distintos hijoputas, mismas hijoputadas?.

Un grito digno de un pobre cabrón, que se hubiese pillado los cojones, en una trampa para osos, me sobresalta. Vuelven a estar cerca.

?Parece mentira, que fueran tan silenciosos mientras examinabas el helicóptero?.

Entonces se exponían a que me montara en el vehículo y me largara. Ahora saben que no puedo llegar muy lejos corriendo. Están cazándome y quieren que yo lo sepa.

?Aunque ahora estás mucho más en forma. A este ritmo no durarás mucho más. Tienes que esconderte para descansar?.

Decirlo es una cosa, pero para poder esconderme, antes tengo que librarme de los cerdos.

?Bueno, ellos creen que estás huyendo. Lo último que se esperan es un contraataque?.

Contraatacar en medio de este bosque es muy peligroso. Por un lado, la falta de visión, iguala las cosas en cuanto a armamento. Aun cuento con dos pistolas de nueve milímetros, el revolver del tres cincuenta y siete, un cuchillo de combate, un cepo y algunos cartuchos de escopeta por los bolsillos. Aunque ellos cuenten con escopetas y posiblemente con rifles, la escasa visibilidad iguala un poco las cosas, pero lo más importante, es que ellos conocen el terreno y yo no. Si me rodean, estaré perdido. Lo que significa, que como no dispongo de ningún silenciador, el usar armas de fuego queda descartado si no quiero que se me echen encima.

?Puede que no... pero vas a tener que correr?.

Ya estoy muy acostumbrado a eso.

Arranco el cepo y corro durante un par de minutos, hasta que doy con el lugar apropiado. Escarbo un poco con el cuchillo de combate y coloco el cepo. Me saco mi minga dominga y orino sobre él, antes de cubrirlo con hojarasca. Luego me alejo corriendo hacia la derecha.

?No creo que dispongas de mucho más de diez minutos?.

Diez minutos dan para mucho. Lo malo, es que este bosque está tan apartado, que no consigo encontrar una botella o una lata, elemento que necesito para mis planes. Después de correr como loco durante un par de minutos, veo que no me va a quedar más remedio que improvisar. Me desprendo de la cazadora de piel y la relleno de hojarasca. Luego, con el cuchillo de combate, abro un par de cartuchos de escopeta y rocio la hojarasca con su contenido. Mi siguiente paso, es colocar entre la hojarasca, todos los cartuchos de escopeta y el contenido de los cargadores extra de pistola.

?Ahora todo depende del tiempo?.

Sí. La única forma que tengo de retardar la explosión de las municiones, para simular un tiroteo, es envolviéndolas con mi chaqueta. Pero ¿cuánto tiempo tarda en arder una chaqueta de piel?. No tengo la menor idea, así que me limito a acumular ramas y hojarasca sobre ella, para preparar una buena fogata, ya que si se apaga, todo el plan se ira a la mierda.

?También es posible, que acabes provocando un buen incendio?.

Bueno, cuanto más caos y confusión pueda generar, más probabilidades de salir de esta tendré.

?Date prisa, ya deben estar cerca del cepo?.

Efectivamente, al cabo de unos segundos, los gritos de jolgorio de mis cazadores, quedan en nada, cuando los chillidos de dolor del gorrino que ha caido en el cepo. Enciendo la fogata y echo a correr en la dirección de los chillidos.

?Apuesto a que eso les habrá cabreado?.

El estruendo de un disparo de escopeta, retumba por la zona. Supongo, que habrán sacrificado al animal herido.

?Ya estás cerca escóndete?.

Me oculto lo mejor posible tras unos arbustos y oigo como los cazadores se aproximan. La posibilidad, de que la fogata se apague o de que los cartuchos detonen demasiado tarde empieza a preocuparme.

?No creí que tardara tanto. Ya están demasiado cerca?.

Compruebo que el visor nocturno, esté bien sujeto del cinturón de mis pantalones y empuño las pistolas. No tengo munición extra para ellas, por lo que será mejor que mate a todos los que pueda.

- Vamos, vamos ? murmuro.

?Puede que no...?.

La detonación de los primeros cartuchos, me sobresalta a pesar de que hace rato que la esperaba. Supongo, que empezaba a temer que no se produciría. Su efecto es fulminante.

Gritos, gruñidos y el inconfundible estruendo, de una tropa avanzando a toda prisa. A través de mi cubierta, puedo ver como los porcinos, intentan correr en mi dirección, pero los tipos que los sujetan, piensan que se trata sin duda de otra trampa y les obligan a seguirles, en dirección al lugar donde resuenan disparos de pistola y escopeta. Nadie parece querer perderse la diversión. Por lo que como esperaba, los tipos que sostienen las correas de los cerdos, quedan retrasados mientras el resto de paletos les adelantan corriendo en dirección al ?tiroteo?.

?Este es el momento?.

Salgo de mi escondrijo y me acerco hacia los rastreadores por detrás. Ocupados intentando redirigir a los puercos, no se percatan de mi presencia hasta que es demasiado tarde.

Todo ocurre en cuestión de unos pocos segundos. Disparo treinta y cuatro veces con ambas manos, desde una distancia de apenas cinco metros. Vació ambos cargadores contra hombres y animales. Sólo mato a uno de los hombres cara a cara. Tengo una fugaz visión de un rostro más sorprendido que asustado, mientras le disparo casi a boca jarro. Los cerdos, me dan bastante más trabajo. Un par de ellos, supongo que mueren o por lo menos, dejan de moverse. Otro, puede que enloquecido por el dolor, se lanza contra el tipo que le sujetaba y otros dos, aun arrastrando el cuerpo de sus ?amos? que ni muertos parecen decidirse a soltar sus sujeciones, se vuelven y cargan contra mi.

A pesar de estar heridos de bala y de cargar con un peso muerto, la pareja de animales se mueve a respetable velocidad, mientras yo me encuentro con un arma descargada en cada mano.

?¡Date prisa!. El resto no tardará en darse cuenta del engaño?.

Suelto las dos pistolas, que ya no me sirven de nada y dando un rodeo, me acerco a uno de los caídos. Veo que el cerdo que sujetaba aun vive. Cuando me acerco, el animal se retuerce agonizante por el suelo.

?¡Son más duros de lo que parecen!?.

El dueño, a pesar de contar con tres impactos de bala uno de ellos en la columna, abre los ojos, pero poco puede hacer para evitar que yo me haga con su escopeta y remate a los supervivientes.

?Esto fue intenso?.

Miro entre los caídos, en busca de más munición para la ahora descargada escopeta, pero resuena un disparo y un par de postas, se incrustan en mi espalda. Por el momento, la sorpresa es más intensa que el dolor, pero sé por experiencia, que eso no tardará en cambiar y que no va a gustarme cuando ocurra.

?¡Corre!?.

Suelto la escopeta y echo a correr, mientras oigo más detonaciones. El dolor de las postas empieza a ganar intensidad. No se trata de heridas graves, pero no sé como voy a apañármelas para extraerlas y sé que los fragmentos de ropa, pueden terminar infectando la herida. Voy a necesitar ayuda unas pinzas y sulfamidas..

?Como no te des prisa, no vas a necesitar nada más?.

Aunque mis cazadores vuelven a andar cerca, ahora no pueden rastrearme.

?A menos, que algunos de ellos, regresen en busca de más puercos?.

Exacto. Y es precisamente a esos, a los que vamos a seguir para encontrar su guarida.